sábado, 10 de octubre de 2009

Cueva del Agua. Canillas de Albaida. 3 de octubre de 2009.

Comentarios: Antonio Arana.
Durante el verano hemos realizado diversas rutas de montaña, ríos (Chíllar y Verde), Acantilados de Maro... pero faltaba por hacer una ruta a una cueva.

En la Axarquía hay diversas cuevas, muy distintas una de otra y con diferente grado de dificultad: Cueva Oscura de Frigiliana, la Cueva de la Fájara de Canillas de Aceituno, la Cueva del Río de la Miel en Maro... Pero hemos elegido una con algunas zonas difíciles aunque podría catalogarse de fácil. Se trata de la Cueva del Agua de Canillas de Albaida.

Adecuación Recreativa de la Fábrica. Río de la Llanada.

Esta cueva se encuentra en el Cerro del Agua, al oeste de la Adecuación Recreativa de la Fábrica. Atravesando el Río de la Llanada, existe una vereda que asciende a la cumbre de dicho cerro en 30 minutos, con marcha tranquila. Supone un desnivel de apenas 200 metros. Se llega a un carril, junto a un poste de alta tensión, que viene de la propia adecuación aunque es mucho más interesante el ascenso por la vereda.

Continuamos por el carril hacia el sur llegando a un cortafuegos muy bien marcado a nuestra izquierda porque asciende de forma clara por el centro de un pequeño cerro. Sin embargo, nosotros nos dirigimos a la derecha por el mismo cortafuegos. A unos 50 metros, a la derecha, entre unos pinos se encuentra la boca de entrada a la cueva.


Boca de entrada a la Cueva del Agua.

La boca de la cueva es amplia aunque a los pocos metros se estrecha de tal manera que no vale el intentar salvaguardar la ropa de manchas de tierra o barro porque es inevitable echarse al suelo por la intensa angostura que presenta.


Entrada a la cueva.

A pocos metros de la entrada hay una brusca bajada de apenas 1.5 metros que debe realizarse con cuidado porque aún no nos hemos adaptado a la oscuridad reinante en la cueva a pesar de llevar los frontales encendidos.


Entrada a la cueva.

Llegamos poco después a una sala donde somos saludados por decenas de murciélagos que se separan de la pared para revolotear entre nosotros buscando la profundidad de la cueva. Aunque algunos más perezosos se dejan fotografiar ignorando nuestra presencia.

El dormilón.

Poco a poco vamos descendiendo de forma suave por distintas salas que se iluminan de manera fantasmagórica con la luz de los frontales. Desde este blog hacemos un llamamiento a los amantes de las cuevas para evitar el uso de carburo en las mismas. La llama altera el magnífico ecosistema existente y molesta a sus moradores, en este caso, a los murciélagos.


En una de las salas de la cueva.

Van apareciendo ante nuestros ojos magníficas formaciones de estalactitas y estalagmitas, algunas de las cuales han llegado a formar preciosas y estilizadas columnas.

Estalactitas y columna.

Columna y murciélago.

El descenso se va complicando hasta llegar a una verdadera rampa rocosa, lisa aunque afortunadamente con algún que otro saliente, muy resbaladiza, de unos 5-6 metros de desnivel. En ella hay colocada una cuerda que aparenta estar en buen estado aunque está impregnada de limo y hay que afianzarse muy bien a ella para no resbalar.


Descenso muy resbaladizo.

Pendiente resbaladiza.


Columnas y estalagmitas.

Ahora descendemos pegados a la pared izquierda de la gruta por otra pendiente menos peligrosa que la anterior. Vamos agarrándonos a los pequeños salientes de la roca para no resbalar.

Llegando al final de la cueva.

Vamos llegando de esta forma al final de la cavidad. Al frente sólo vemos oscuridad. La luz no es capaz de penetrar la densa penumbra existente. No somos capaces de identificar las paredes ni el techo ni mucho menos el suelo delante nuestra.

Últimos metros de la cavidad.

De pronto, las luces de los frontales convergen en una pared al frente cerrada por ambos lados y con un lago de unos 10 metros de longitud por 6 metros de anchura.

Un aleteo intenso llena el ambiente y las decenas de murciélagos que buscaron refugio en el fondo de la cueva al entrar nosotros en ella, comienzan a buscar la salida casi rozándonos, pudiendo tocarlos si quisiéramos a pesar de su esquivo vuelo. Utilizan un sistema de vuelo "econavegación" similar al rádar. Envían una serie de señales que rebotan contra los objetos regresando a ellos, integrando de manera inmediata la información recibida para evitar el choque.

Murciélagos sobre el lago.

En las paredes puede apreciarse una línea que marca el nivel que ha alcanzado el agua en esta zona. Se encuentra a unos 2 metros de altura.

Nivel del agua en el Lago.

En la pared de la derecha podemos apreciar una formación rocosa abollonada que llama realmente la atención. Dicha pared forma una especie de arco con una columna separada de ella a través del cual se puede pasar.

Pared a la derecha del lago.

Una estructura rocosa en forma de dedos de la mano, semejando los dedos medio, anular y meñique, emerge del fondo del lago muy cerca de la orilla. La elegimos como referencia para realizar unas cuantas fotografías.

Jose en el Lago.

En el Lago.

Alejandro va haciendo múltiples fotografías, como siempre, tanto de lo inerte como de todo lo que se mueve.

Un murciélago rezagado captado por la cámara de Alejandro.

Encontramos verdaderas maravillas de estalactitas en algunos apartados rincones. Algunas de ellas de crecimiento excéntrico.

Estalactitas excéntricas.

El tiempo de recorrido desde la entrada hasta el Lago ha sido, aproximadamente, de 50 minutos, realizando la ruta muy despacio y deteniéndonos en numerosas ocasiones para valorar las distintas sorpresas geológicas que se nos presentan continuamente.

El Lago puede tener un metro en su parte más profunda. El agua está fresca aunque no fría. Y, según parece, estudiándolo desde su orilla y por informaciones de otros compañeros, carece de galerías subacuáticas. Es decir, la cueva toca fondo en él.

Iniciando el regreso.



Llegando a la entrada de la cueva.




Una vez que salimos de la cueva descendemos por la vereda hacia la Fábrica, encontrando en el camino algunas especies botánicas en fruto que aprovechamos para probar, como el dátil del palmito y la drupa del almez. El primero es dulce y áspero en la lengua. El fruto del almez, "la almensina" de nuestra infancia, es dulce y sabroso.

Palmito. Chamaerops humilis.

Almez. Celtis australis.

Ya en la adecuación recreativa nos sentamos para tomar algo y hablar sobre la ruta realizada y la próxima que, probablemente, será de montaña: Navachica.


Adecuación Recreativa de la Fábrica.

Decidimos ir a Canillas de Albaida a tomar café y pasamos por una chumbera impresionante.


Chumbera. Opuntia ficus-indica.

Tras el café, decidimos visitar el Alminar Mudéjar de Archez, construido en los siglos XIII-XIV junto con el de Salares.


Alminar Mudéjar de Archez.

La Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación fue construida en el siglo XVI, aprovechando la estructura de la mezquita musulmana, incorporando un campanario cristiano sobre el alminar. En dicho campanario hay dos campanas y, sobre una de ellas, cuenta una leyenda que "en el proceso de fabricación de la campana de la iglesia, cayó una lagartija; de forma que se quedó incrustada en ella. A raíz de esto cualquier persona en edad de merecer y soltero podría subir a la Torre y tocar la lagartija, y en el plazo de un año, encontraría el amor..."


Alminar Mudéjar de Archez.


Campanario sobre el Alminar Mudéjar de Archez. Paco señala la lagartija.


La famosa lagartija en la campana del Alminar.

Ni que decir tiene que "casamos" a Alejandro, el solterón del grupo, haciendo que toque la lagartija. Ya veremos qué ocurre el 3 de octubre de 2010...


Alejandro y la lagartija.

Y ya que estamos en faena nos parece oportuno a todos irnos a darnos una ducha a nuestra casas y volver a reunirnos a las 21.30 en Archez para cenar en el Mesón Mudéjar de nuestro amigo Serafín.

Alminar Mudéjar de Archez de noche.

Ensalada morisca.


Revuelto de ortigas del río de Archez.

Exquisitos higos.

Y entre ensaladas moriscas, revueltos de ortigas del río de Archez, solomillos, paletillas de cordero y suculentos postres como el helado de chumbos, las peras al vino y los jugosos higos, entre otros manjares, finalizamos la ruta con una sentida oración: que no nos pare la Guardia Civil.

Mesón Mudéjar de Archez.