Comentarios: Antonio Arana.
Aprovechando la nieve presente en la Maroma, hemos decidido subirla desde el Robledal y realizar el descenso hacia la Alcauca. Para ello, hemos dejado un coche en esta última adecuación y con los otros tres nos dirigimos al Robledal. De esta forma podremos hacer dos rutas distintas en una, lo cual es interesante sobretodo para los compañeros que no conocen aún alguna de las dos rutas.
En la Alcaicería tenemos la mala suerte de que Ninita comienza a sentirse mal y tiene que volverse a Torre del Mar con su madre.
Ya en camino, dirigiéndonos al "Contaero", nos encontramos dos mulos y un burro. Nos apresuramos a fotografiarnos con este último.
Fernando y Diego. El burro es el del centro.
El terreno está blando y se anda bastante bien. Vamos encontrando algunos grupos de montañeros delante y detrás de nosotros. El musgo se ve frondoso y fresco con un color verde muy vivo.
Camino del "Contaero".
Vamos viendo abetos, cedros del Atlas, Douglasias, pinos negrales con líquenes en sus gruesos troncos, quejigos, robles melojos de aterciopeladas hojas... Un paseo delicioso...
Líquen.
Barbas de Capuchino "Usnea barbata".
En una hora llegamos al "Tajo Contaero", estrecho paso entre rocas en el que los pastores de la zona contaban una a una sus ovejas.
Tajo "Contaero".
Vemos también Eléboro fétido, una planta que crece en otros muchos lugares y que es venenosa. En la época medieval se usaba para empozoñar saetas. Se la conoce por este motivo, también, como hierba ballestera o de ballesteros. Está recogida en el gran Tratado de Plantas Medicinales "Dioscórides renovado" (Pío Font Quer).
Eléboro fétido "Helleborus foetidus".
Cuando la vi por primera vez, la confundí con el cáñamo "Cannabis sativa". Afortunadamente, no la "toqué".
Comenzamos a ver las primeras manchas de nieve, mucho antes de llegar al Collado de Rojas, donde siempre que hacemos esta ruta paramos unos minutos a beber agua y tomar unos frutos secos antes de continuar el camino. Desde el "Tajo Contaero" hasta ese collado es donde se encuentran las pendientes más ingratas aunque son cortas.
Primeras manchas de nieve.
Al sureste, en la zona conocida como "Las Chorreras", podemos contemplar algunas cascadas completamente heladas, sobre todo una de ellas verdaderamente espectacular.
Cascada helada.
En el Collado de Rojas nos detenemos unos minutos, comemos y bebemos, y decidimos colocarnos las polainas. A partir de ahora encontraremos mucha más nieve y el matorral, chorreando de humedad por la niebla, mojaría los pantalones y tendríamos bastante frío.
Collado de Rojas.
El grupo camina estirado por la vereda zigzagueante del Salto del Caballo. Por ahora no ha sido necesario utilizar los crampones, a pesar de que encontramos algunas placas de hielo en la vereda.
Por el Salto del Caballo.
Vamos impregnando la retina de los maravillosos rincones nevados que encontramos a nuestro paso.
Estalactitas de hielo.
En una hora y media, contando desde el inicio de la ruta, llegamos a los primeros tejos. En el Parque Natural de las Sierras Tejeda, Almijara y Alhama, hay unos 100 ejemplares, aproximadamente.
Tejos "Taxus baccata".
Un grupo de montañeros regresa hacia el Robledal informándonos de que hay una niebla espesa en el Puerto de las Loberas y no han podido llegar a la cumbre de la Maroma. Nosotros conocemos muy bien la ruta y la hemos hecho, en ocasiones, lloviendo y con niebla muy densa. Aunque es necesario ir muy atentos a los hitos de piedra que los grupos de montaña vamos colocando en cada ruta para señalizar bien el camino y evitar contratiempos. Continuamos adelante.
Hacia el Puerto de las Loberas.
Hace frío y llevamos las bragas de cuello tapándonos la nariz y la boca. Llevo el bigote helado y hasta el sudor se convierte en pequeñas perlas de hielo en la cabeza y en la cara.
Inma y Pedro en el Salto del Caballo.
Conforme vamos avanzando, la niebla se cierra cada vez más, aunque, en ocasiones, se abre y podemos ver durante unos segundos el azul intenso del cielo. Ojalá que las nubes sean bajas y que, como ha ocurrido otra veces, la cumbre de la Maroma se encuentre por encima de ellas de forma que podamos dejarnos acariciar por los rayos del sol.
Niebla densa.
Con Alejandro.
Tejo.
Salto del Caballo.
Salto del Caballo.
Los árboles y las plantas en el Puerto de las Loberas están completamente helados: agracejos, enebros, pinos...
Enebro "Juniperus communis".
Puerto de las Loberas. Inma junto a un pino helado.
En el Puerto de las Loberas, extremamos la precaución porque no se ve absolutamente nada. Vamos pendiente del compañero que camina delante. Parecemos espectros en la niebla.
El grupo avanzando por el Puerto de las Loberas.
Nos dirigimos hacia el Tajo Volaero. Un viento rasante nos obliga continuamente a cerrar los ojos debido a la fuerza con la que nos golpea la nieve. Los compañeros que llevan gafas como Pepe y Alejandro, se ven forzados a quitárselas y a guardarlas por la nieve que se acumula en los cristales.
Alejandro por la cornisa del Tajo Volaero.
Pronto nos encontramos con una grata sorpresa: salimos de la gran masa nubosa y nos encontramos un paisaje esplendoroso, con un sol estupendo y el mar, al sur, reflejándolo con fuerza.
Saliendo de las nubes.
Tras 4 horas de recorrido, nos encontramos junto a los monolitos de piedras que hay a unos 250 ms del vértice geodésico de la Maroma. En cada ascensión a esta montaña, reforzamos los monolitos con una nueva piedra dando gracias por haber tenido una buena subida. Sierra Nevada se ve blanca en toda su extensión, emergiendo hacia el Cielo sus tres cumbres principales: Mulhacén, Alcazaba y Veleta.
Junto a los monolitos de piedra en la cima de la Maroma.
Al fondo, Sierra Nevada.
Vértice geodésico en la cumbre de la Maroma (2.068 ms de altitud).
Cumbre de la Maroma.
Cumbre de la Maroma.
A pesar del buen tiempo reinante en la cumbre, hace bastante frío, decidiendo
demorar un rato la comida y dirigirnos hacia el pluviómetro de la base del Cerro Mojón, donde presumiblemente encontraremos mejor tiempo.
Descenso hacia el pluviómetro.
El descenso hacia el noroeste lo hacemos pisando una nieve blanda y espesa, hasta unos 40 cm en algunas zonas. Los más jóvenes del grupo aprovechan para deslizarse por ella en las suaves pendientes que encuentran en el camino.
Deslizándose por la nieve.
Al frente, podemos observar ya la siempre expectante Peña del Águila. Nuestro camino se dirige hacia el este de la Peña, buscando la base del Cerro Mojón.
Peña del Águila.
La niebla y el sol pugnan por reinar y lo hacen alternándose.
Manolo.
El hambre encoge los estómagos y estamos deseando llegar al pluviómetro. Apenas hemos bebido agua. Y, sin embargo, habría que hacerlo con frecuencia. Tampoco nos hemos protegido la cara contra la radiación solar y, probablemente, cuando finalicemos la ruta, nos habremos quemado un poco. La niebla es algo traicionera. Sentimos fresco en la cara y pensamos que no es necesaria la protección. Nada más lejos de la realidad.
Llegando al pluviómetro del Cerro Mojón.
Tras recuperar fuerzas durante una media hora, bordeamos por el este el Cerro Mojón. A nuestra derecha podemos observar el Selladero, un pico que a Eduardo, Juanlu y a mí mismo, nos trae el recuerdo de una noche en plena Integral de las Sierras Almijara y Tejeda, cuando tomamos la decisión de desviarnos "un poco" de nuestra ruta para llevarnos también este pico "en la mochila". Conseguimos hacerlo aunque añadiendo al tiempo previsto en nuestra Integral, tres horas y media más.
Nuestra próxima meta es la Fuente del Espino. Y a ella se puede acceder, bien bordeando el Cerro Mojón como estamos haciendo, o bien, directamente por el Arroyo del Cerro Mojón, entre éste y la Peña del Águila. Con nieve, elegimos la primera alternativa porque el paisaje es mucho más bonito.
Pepe Martín hacia la Fuente del Espino.
Hacia la Fuente del Espino.
Fuente del Espino. Detrás, el Cerro Mojón y el arroyo de su nombre.
Descendemos por la Loma de las Víboras con una soberbia vista de la Mesa de Zalia, Cerro Puerto, Boquete de Zafarraya, la Umbría (Hoyo del Toro), Marchamona, Torca, Vilo, Gallo, Sierra de Loja... Vamos señalando las distintas montañas a los que no las conocen todavía.
Mesa de Zalia.
Boquete de Zafarraya y Cerro Puerto (en el centro de la imagen).
A las cinco de la tarde nos encontramos en el pluviómetro de la Loma de las Víboras, donde nace el carril que conduce a la Adecuación Recreativa del Alcázar. Sin embargo, nosotros, tras recorrer por dicho carril unos 600 ms, nos desviamos a la derecha, hacia el norte, para descender por un carril secundario en dirección a la Alcauca. Dejamos a nuestra izquierda los formidables farallones rocosos de los Castillones.
Descenso hacia los Castillones.
A las 17.40 horas nos encontramos ya en la Adecuación Recreativa de la Alcauca. En ella tenemos mi coche y en él nos subimos sólo los conductores que tienen sus vehículos en el Robledal y yo, para llevarlos allí. Los demás componentes del grupo tendrán que continuar caminando, ahora por el carril, hacia Pilas de Algaida para no quedarse congelados si permanecen inactivos. Hace mucho frío.
Perfil de la ruta:
Robledal-Maroma -Alcauca
Recorrido total: 15.8 km.
Desnivel de ascenso: 1.270 ms.
Desnivel de descenso: 1.295 ms.
Tiempo total: 7 h y 30 min. (incluyendo los descansos).
Dureza: alta.
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