domingo, 28 de marzo de 2010

La Maroma por el Robledal. En busca de las carnívoras. Viernes, 26 de marzo de 2010.

Comentarios: Antonio Arana.

Como escribí en la última ruta "Collado de los Chortales-Pantano de Funes", el 14 de marzo, quiero cerciorarme de que la grasilla "Pingüícola vallisneriifolia", planta carnívora o, mejor dicho, insectívora, florece en junio en la zona del Salto del Caballo, subiendo la Maroma por el Robledal, y no en marzo como pude comprobar en la "Cueva de Funes". Con este fin, hacemos hoy esta ruta mi hijo Carlos, Pepe Martín y yo mismo.

El inicio de la ruta es un paseo muy agradable por una pista forestal flanqueada de pinos, cedros, abetos de Douglas "Douglasia", robles melojos... y de plantas como la pimpinela menor, la peonia broteroi, el musgo, el heléboro fétido...


Abeto de Douglas.


Musgo.


Heléboro fétido o hierba ballestera.

Podemos contemplar "escobas de brujas" en algunos pinos que son infecciones por fitoplasmas (parecidos a las bacterias) que ocasionan un gran desarrollo muy localizado del pino.


Escoba de bruja.

En otros podemos ver bolsones de procesionarias (thaumetopoea pytiocampa).


Bolsón de procesionarias del pino.

La procesionaria produce la defoliación del árbol, sin matarlo pero sí debilitándolo, facilitando de este modo el ataque por parte de otros enemigos. Las orugas bajan de los árboles a finales del invierno para enterrarse en el suelo y convertirse en mariposas. A mediado o final del verano, la mariposa emerge y, tras la cópula, produce una puesta de entre 120 y 300 huevos en las acículas de un pino, siguiendo un patrón helicoidal. Es importante no acercarse ni molestar a las orugas cuando marchan en una larga procesión unidas unas a otras porque despiden unos pelillos urticantes que no son nada agradables, sobre todo si entran en los ojos.


Contemplando el paisaje. Al fondo, Sierra Nevada.

El día es bueno. Caminamos entre sol y nubes con ambiente fresco. A la hora de nuestra marcha pasamos por "el Contaero". Poco después, descansamos un minuto en el Collado de Rojas y, posteriormente, en las estribaciones del Salto del Caballo, junto a la Fuente del Tejo, realizamos nuestro primer objetivo que es valorar in situ el estado de crecimiento de la "pingüícola vallisneriifolia". En estos momentos podemos observar los brotes de la misma, de apenas un centímetro y medio de diámetro. Estaba, pues, en lo cierto de que en esta zona florece en la segunda quincena de junio.


Grasilla "Pingüícola vallisneriifolia".

Es una planta insectívora aunque he visto en ocasiones mariposas y pequeñas libélulas que han caído en su trampa mortal: primero hace que queden pegadas merced a una sustancia pegajosa secretada por sus glándulas mucilaginosas y, después, pliega sus hojas para digerirlas mediante enzimas proteolíticas de otro tipo de glándulas. Nos volveremos a ver en junio, preciosas, y espero hacer buenas fotos.

Nuestro segundo objetivo es coronar la cumbre de la Maroma. Al ser viernes, sólo nos hemos encontrado a dos montañeros descendiendo de la misma.

Encontramos los primeros tejos cuyas ramas están llenas de pequeñas florecillas. Este año espero poder verlos con el fruto. Todo el árbol es tóxico a excepción del arilo carnoso que envuelve a la semilla.


Tejo "Taxus baccata".

Una vez en el Salto del Caballo, en lugar de dirigirnos hacia el sur, al llamado Tajo Volaero, lo hacemos directamente hacia el oeste por otra vereda que va cogiendo altura de forma progresiva y que se encuentra en buen estado. Al lado de la misma hay múltiples pequeños monolitos de piedra señalando el camino. Contribuímos a reafirmarlos y a hacer más visibles algunos de ellos.


Subida desde el Salto del Caballo. Sierra Nevada, al fondo.

Pasamos junto a los dos monolitos de piedra existentes en la cumbre. En este lugar hay colocada una placa metálica, en el suelo, desde hace muchos años, con un mensaje esotérico:

"Aquí y ahora termina una ascensión.
Aquí y ahora comienza otra.
Esta montaña es el centro del mundo.
Esta montaña une la tierra con el cielo.
Esta montaña, como toda montaña,
es un lugar sagrado.
Por eso estás aquí.
Que el eje que une el cielo con la tierra
en este centro atraviese todo tu ser y
por ello la energía que aquí fluye
te haga ser uno con el todo.
Envía al cielo tu mensaje:
el cielo ya te habrá respondido.
Así, mucho antes de que pienses en
descender, la transformación habrá comenzado".


Placa en la cumbre.

El vértice geodésico de la Maroma podemos observarlo a unos 200 ms al oeste de donde nos encontramos. Carlos ya se encuentra en él.


Vértice geodésico en la cumbre de la Maroma.


Cumbre de la Maroma.


Junto al monolito, en la cumbre de la Maroma.

Hace un fuerte viento del oeste, bastante frío. Nos hacemos unas fotos junto al monolito y en lo alto del mismo antes de refugiarnos en uno de los vivac de la cumbre para tomar algo de alimento.


Carlos en el monolito de la cumbre.

Nos acercamos posteriormente a la sima. Desde esta zona podemos ver, a lo lejos, el embalse de Viñuela con sus maravillosos 138 hectómetros cúbicos de agua (81.18% de su capacidad total).


Sima en la Maroma.

Me acerco al buzón que hay junto al monolito y tengo la grata sorpresa de encontrar, entre muchas otras notas escritas, una de Elma Thompson, una veterana montañera de estas sierras.
A Elma la vi sólo una vez en una relojería de Vélez-Málaga hace 17 años. Yo no la conocía personalmente pero había oído hablar de ella y de su marido, Denis, fallecido el 19 de septiembre de 1992, a otros montañeros. Mi primera ruta de montaña fue en septiembre de 1993. En esa relojería a la cual acudí a comprar un reloj para la montaña, había una mujer delgada y fibrosa, de unos sesenta y pocos años, preguntando por un reloj de pulsera con altímetro, termómetro, barómetro y brújula incorporada. Inmediatamente le pregunté si ella era Elma Thompson y me contestó sorprendida que sí. Hablamos durante unos minutos de "nuestras montañas" y ya no he vuelto a verla más. Sé que vive en la zona de Nerja o Maro y tengo en mi biblioteca de montaña algún pequeño libro publicado por ella "Doce Excursiones por Maro" en 1995. En Navachica (altitud 1.832 ms), el Grupo Montañero de la Axarquía colocó tras el fallecimiento de Denis Thompson una placa conmemorativa con la leyenda:

"Y ahora dejadme
que me abrace a la tierra
que fluya en el agua
que me confunda
entre el viento.
Quiero ser testigo del sol".

La nota de Elma, escrita de puño y letra es la siguiente:



Iniciamos el descenso dirigiéndonos esta vez hacia el Tajo Volaero. Nos hacemos algunas fotos en la roca que sobresale sobre el tajo y que yo bauticé para tener una referencia personal de ella como "Cabeza de Tortuga" porque a mí me lo parece aunque otros compañeros dicen que no se parece en nada.


En la "Cabeza de Tortuga".

Aún tenemos un tercer objetivo que cumplir en la ruta de hoy. Ir a la Tacita de Plata para ver el estado en que se encuentra la fuente y el caudal que fluye en ella. La fuente se encuentra a 1.820 ms de altitud y es un verdadero tesoro encontrarla cuando el agua escasea. Pasamos junto al Morrón dirigiéndonos al Collado de la Tacita de Plata donde encontramos unas cuantas cabras montesas.


Cabras montesas.

La Tacita de Plata continúa teniendo un agua fresca y cristalina con un caudal suficiente para saciar la sed de todo el que se acerque a ella. Es gratificante encontrarse en este precioso lugar.


Fuente de la Tacita de Plata.


Bebiendo en la Fuente de la Tacita de Plata.


En los alrededores de la Tacita de Plata.

Bordeamos por el norte hacia el Salto del Caballo. La ruta de vuelta tiene su encanto porque la visión es diferente a la de la ida. Observamos ahora paisajes que dejamos a nuestra espalda durante el ascenso. Vamos pensando en tomar un agradable café en Ventas de Zafarraya. Hoy es Viernes de Dolores, el día de la patrona de ese pueblo. Y ya esta mañana pudimos ver a los componentes de una banda de música reunirse para tocar la Diana Floreada y a algunos mayordomos que desayunaban en el mismo lugar que nosotros, a las nueve de la mañana.

Cerca del Collado de Rojas, el Pico Malascama se ve majestuoso con sus 1.792 ms de altitud.


Pico Malascama.

Tras siete horas y media totales de ruta, nos encontramos nuevamente en el Robledal.


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