Comentarios: Antonio Arana Bravo.
Fotografías: Paloma, Juanlu y Antonio.
El Torcal es "mágico", al menos para mí. Voy a comenzar de esta manera. Lo he recorrido en muchísimas ocasiones, descubriendo rincones maravillosos, figuras de piedra inimaginables, múltiples moldes y piezas de ammonites y belemnites. He podido fotografiar grandes machos durante el celo, orquídeas y endemismos como la Linaria anticaria, he recogido endrinas, moras y los frutos del escaramujo y majuelo para hacer licores con ellos... Pero, sobre todo, la magia del Torcal se encuentra en el silencio y la paz existentes cuando se recorre en un día laboral y a primera hora de la mañana. Se llega al aparcamiento del Centro de Interpretación y no hay coches ni caravanas ni autocares... Simplemente, no hay nadie. Sólo tú. Y en ese momento decides si quieres recorrer las Vilaneras con sus diversos corredores orientados en dirección noreste-suroeste, alcanzando la máxima altura en el Mástil de los Montañeros; o fotografiar las asombrosas figuras de rocas en el Torcal Alto; o perderte por el Torcal Bajo respirando la historia antigua y reciente por sus diversos rincones; o atravesarlo hacia el norte para llegar a su frontera con la Sierra de Chimeneas, pudiendo ascender el majestuoso Camorro Alto; o descender desde el Puerto de las Escaleruelas hacia el Nacimiento de la Villa... Sólo tú decides en ese momento donde quieres encontrarte con la escultura natural, el paisaje, la geología, la botánica, la fauna, la historia... en resumen... ¡con la magia del Torcal!
En otoño es difícil encontrar el Torcal sin su "Montera", ese acúmulo de nubes apoyado en su alta meseta. Se pierde lo maravilloso de su paisaje aunque se gana en misterio al ver emerger sus moles rocosas formando figuras.
Desde el Centro de Interpretación retrocedemos por la carretera un centenar de metros para llegar al símbolo del Paraje Natural del Torcal de Antequera: "el Tornillo".


Ahora nos meteremos de lleno en la niebla para acceder a otra de las rocas emblemáticas de esta zona: "el Sombrerillo". He recorrido este paraje muchas veces, con niebla, lluvia, sol abrasador, de día y de noche. Y lo conozco "casi" como la palma de mi mano. Me coloco el primero y el grupo me sigue. Además, llevo el GPS, la brújula y los mapas del Instituto Geográfico Nacional a escala 1:25.000. ¿Qué puede pasarnos?

¿Qué puede pasarnos...? Pues que ni cinco minutos después estamos completamente perdidos. Ni GPS ni brújula ni mapa ni ná de ná... No encuentro la más mínima referencia. Juanlu dice que por allí; Eduardo que por allá; y yo, que por el lado contrario. Bueno, tengo que decir que "perdidos" no estamos. Yo lo llamo "despistados" porque sé que al norte se encuentra Antequera y al sur Villanueva de la Concepción. Siempre es un consuelo...
A veces andamos sin saber hacia dónde vamos y, otras veces, nos paramos para mirar los GPS. ¿El problema?: que no tenemos grabada esta ruta en los dichosos aparatos.
¡Por fin aparece un fugaz claro en el cielo y me permite tomar una referencia. Estamos muy cerca de Sima Rasca. Les enseño los moldes de ammonites que hay en esta zona y después llevo al grupo a la entrada de la sima teniendo su paso obstruído por un rollo de alambre. Tomamos un corredor hacia el noreste que nos llevará al Mástil de los Montañeros y, poco después, al Sombrerillo. Respiro relajado. Y los demás, también. Aunque todavía no se fían de mí.
Llegamos al punto más alto de todo el Torcal: el mástil de los Montañeros, en el Camorro de Siete Mesas. Se encuentra a 1.344 metros de altitud. Incrédulos...
Hace frío, humedad y un intenso viento del oeste por lo que continuamos rápidamente nuestra ruta tras hacernos algunas fotos.

Volvemos a meternos en la niebla pero ya sabiendo hacia dónde dirigirnos. En cinco minutos llegamos al "Sombrerillo" o "la Seta", como también lo llaman algunos.
Es una hermosa roca que aparenta estar en equilibrio casi inestable de forma que el más mínimo empujón podría arrojarla al vacío. Y, antes de que pueda darme cuenta, 500 kilogramos de carne y huesos se han subido en la roca.
Tras bajarse la media tonelada de humanos, la roca queda como estaba y sumamente agradecida.
Bajo el Sombrerillo se encuentra la huella de un ammonite. Recuerdo que haciendo la Integral de la Provincia de Málaga, con Eduardo y Juanlu, les enseñé esa huella como una de las más grandes que hay en la zona. Un minuto después, Juanlu me enseñó otra, mucho más grande, a 5 metros de la primera que yo no había visto nunca. ¡Cómo se reía de mí el mamoncete al ver mi cara de sorpresa...!
Una vez hecha la travesura en esa roca singular, regresamos al Centro de Interpretación para comenzar la Ruta Amarilla. La niebla vuelve a caer sobre nosotros envolviéndonos con su manto frío. Las formaciones rocosas semejan unas veces figuras humanas y, otras, animales como el grupo de "dinosaurios" que puede apreciarse abajo.
¡La imaginación es libre, ¿no?, pues son dinosaurios...!
Aparece un macho montés tras una roca elevada. Lute dice que tiene por lo menos 12 años. Cuando puedo verle la cuerna me da la impresión de que es la mitad más joven de lo que dice Lute.
Consigo acercarme un poco para hacerle una foto y calculo que tiene unos 5-6 años.
En septiembre de 1998 conseguí ver el celo de la cabra montés en el Torcal. Tuve la suerte de acercarme a 4 metros del lugar donde se embestían dos machos, ajenos a mi presencia y al ruído que hacía mi cámara analógica Nikon F-70. Alrededor de ellos se encontraban varios machos más como testigos de la pelea. Y uno de ellos parecía ejercer de juez de la misma. Si tenéis un poco de paciencia voy a enseñaros varias fotos de las que hice entonces.










Pero de esto hace ya 13 años... Vamos a seguir con nuestra ruta y fotos de hoy.
Una de las zonas más bonitas de la Ruta Amarilla, siempre según mi propio criterio, es el ángulo noroeste de la misma. En ella hay callejones estrechos, rocas como las que describiré un poco más adelante, gruesos troncos de yedra ascendiendo por altos paredones rocosos...
Encontramos una roca en el centro de la vereda que es muy estrecha vista de frente y, sin embargo, al mirarla de lado se muestra en toda su grandeza. Yo la llamo en mis notas "la roca del pez luna" porque me recuerda mucho a ese pez.
Aunque vista lateralmente tiene más forma de caballo que de luna llena.
Hacemos tiempo en esta zona porque Inma y Pepe han ido a un "chiti" a ver si los endrinos están llenos de frutos para recogerlos y hacer pacharán casero. En Navarra utilizan sólo endrinas y anís dulce. Sin embargo, hay muchas recetas (tantas como artesanos) que incluyen granos de café, canela en rama, anís seco...
Poco después llegan Inma y Pepe con una buena cosecha de endrinas.
Caminamos ahora en dirección sureste encontrando a nuestra izquierda una roca con una yedra encima a modo de maceta (al principio de la Ruta Verde existe otra muy parecida). Y, a nuestra derecha, podemos apreciar otra roca, en alto, llamada "el Camello".
Y, unos minutos después, aparece al frente una roca elevada conocida en los pocos libros existentes sobre el Torcal como "el Adelantado" aunque no sé por qué la llaman así. En mis notas la tengo referenciada como el "Caballo de Ajedrez". Os recuerdo que son nombres dados por mí.
No los busquéis en ninguna parte.
Enlazamos con la Ruta Verde y vemos otra de las formas rocosas típicas del Torcal: "el Indio".
A unas decenas de metros del Centro de Interpretación contemplamos a nuestra derecha un precioso paisaje rocoso en "pilas de bollos".
¿Pero cómo se forman en las rocas esos entrantes y salientes? Sé que la mayoría de vosotros lo sabéis pero aunque sólo haya uno que lo ignore creo acertado explicarlo.
El agua de la lluvia reacciona con el anhídrido carbónico del aire produciendo ácido carbónico. Este ácido reacciona con el carbonato cálcico de las rocas produciendo bicarbonato cálcico que es soluble en agua.
Las rocas sedimentarias del Torcal están compuestas, principalmente, de caliza y arcilla (lo que se conoce como marga). La arcilla es "lavada" de la roca (lixiviación) acumulándose en ciertas depresiones formando las llamadas "dolinas". Y así queda deformada la roca con entrantes y salientes. Vamos a darle un poco de aire científico a lo dicho:

Eduardo y Lute han estado preparando las cuerdas mientras los demás nos hemos relajado tras la ruta montañera. Ahora toca la ruta de espeleología. Juanlu aprovecha para hacerse una foto con Ronnie, el perro de Eduardo y Silvia, junto a la entrada a la cueva.

De uno en uno comenzamos a descender hacia la profunda grieta que da acceso a una estrechísima abertura, al fondo, a partir de la cual continúa el descenso.

Pero somos muchos. La grieta es sumamente estrecha para entrar todos por ella y, además, se va haciendo tarde, por lo que decidimos terminar aquí nuestras aventuras de hoy.
El ascenso es bastante complicado y Juanlu tiene que montar un mecanismo para hacerlo más "fácil".
La próxima ruta consistirá en una aproximación a la Vía Ferrata del Camorro Alto para valorar si es apta para realizarla con un grupo grande y variopinto.
¡Hasta pronto!