domingo, 8 de septiembre de 2013

Curso alto del Río Chíllar. 18-8-2013


Comentarios:   Antonio Arana.
Fotografías:   Antonio y Juanlu.

El Río Chíllar es una de las rutas tradicionales del verano en la Axarquía, fundamentalmente, su curso bajo hasta la Presa. Pero, desde hace años, se ha convertido en toda una feria de centenares de personas, muchas de las cuales van dejando basura propia o de los perros que las acompañan, acabando con el bucólico y refrescante paseo de dos horas y media de ida que tiene la ruta. Y esto no solo lo pienso yo, sino que hasta la propia Agencia de Medio Ambiente se ha visto obligada a restringir el paso de las decenas y decenas de vehículos cuyos conductores elegían el propio cauce del río en su  parte inicial que no lleva agua, como lugar de aparcamiento. Lo cual ha dado lugar a la colocación de una barrera junto a los altos eucaliptos que se encuentran al lado de la cantera, cosa que todos los amantes de la naturaleza y de su conservación aplaudimos.

Hace varios años desistimos de hacer esa parte baja del río ante la verdadera "ríada" de "domingueros". Y somos conscientes de que entre ellos caminan otras muchas personas cuyo único fin es disfrutar de ese maravilloso entorno, cuidando del mismo y que no pueden evitar integrarse en esa verdadera plaga veraniega si quieren hacer el río. A ellos especialmente va dirigida toda la información que escribo en esta página del blog sobre el curso alto del Río Chíllar, como ruta alternativa  que comienza precisamente en una zona más virgen del río a partir de la cual sólo nos cruzaremos, como mucho,  con algún pequeño grupo de montañeros que intentan huir del bullicio y del insoportable escándalo de la marabunta. Y no exagero. La última vez que hicimos el cauce bajo del río fue el año 2008, tras haber realizado la ruta  anualmente, de forma ininterrumpida, desde 1993. Pero ese año, durante el regreso  contabilizamos, a grosso modo, unas mil personas ascendiendo por el cauce, además de las muchas decenas que regresaban como nosotros tras la realización de la misma. 

Es mucha la divulgación que se ha hecho de esta preciosa ruta en la prensa local, provincial y hasta nacional. De hecho, la semana pasada, sin ir más lejos, los medios de divulgación, a instancias de la Agencia de Medio Abiente, recomendaron evitar hacer, específicamente, el Río Chíllar  ante la amenaza de fuerte lluvia que tuvo lugar el día señalado, confirmándose la alerta meteorológica.

Y ya, sin más, comienzo la narración de la ruta de hoy: el curso alto del Río Chíllar.


 Collado de los Apretaderos.

Iniciamos nuestro camino en el Collado de los Apretaderos, a 536 ms de altitud. Desde aquí hay varias alternativas para llegar a la Presa, inicio del curso alto del río. Desde el mismo collado sale una pista, en dirección norte, acotada al tráfico rodado, desde la cual puede descenderse al cauce por una vereda señalizada que sale a la izquierda de la pista a poco de comenzar a andar. Es la vereda de la Cuesta de los Galgos.Una vez en el cauce hay que ascender por el río para llegar a la Presa, no siendo obligatorio andar por el agua por la existencia de otra vereda que nos conduce a aquélla. La vereda de la Cuesta de los Galgos continúa, una vez cruzado el río, hacia el oeste por la llamada Cuesta Jiménez que lleva al cauce del Río Higuerón, junto al Pozo Batán, en Frigiliana. Pero esa no es nuestra ruta de hoy. La segunda alternativa consiste en continuar la pista desde el collado hasta el final de la misma, saliendo en este lugar una vereda que desciende hasta la Presa bordeando el Barranco del Contadero. Y la tercera alternativa que es la elegida hoy por el grupo, consiste en descender desde el mismo collado por una vereda situada al oeste  hasta la acequia del Chíllar (414 ms de altitud) en un tiempo aproximado de 15 minutos. Y una vez en ella, seguirla andando con precaución porque sólo están embovedadas algunas partes de la misma existiendo grandes agujeros. En otras partes del trayecto, muy peligrosas debido a la altura sobre el cauce, hay colocadas algunas guías metálicas unidas por alambre que actúa como pasamanos.



Parte inicial de la acequia.

 A los 25 minutos de recorrido por la acequia nos cruzamos con la vereda de la Cuesta de los Galgos que desciende de la pista situada más arriba. Y en unos 15 minutos más nos encontramos ya junto a la Presa   (451 ms. de altitud).


Presa del Río Chíllar.

Nos dirigimos a la margen oeste del río y encontramos una vereda que se pierde en algunas zonas obligándonos a cruzar el cauce por el agua, alternativamente, de una a otra margen del mismo.

De esta manera nos adentramos en la zona del Cerrajón, un pequeño cerro perfectamente identificable que se encuentra situado entre el Río Chíllar, al este, y el Barranco de la Cueva de Parra, al oeste. Frente al Cerrajón, al oeste del mismo y tras un cañaveral, hay una vereda señalizada con un monolito de piedras al inicio que pasando bajo una gran roca redondeada conduce  al Cortijo del Imán.


Cerrajón.

Inma da un grito porque le ha picado una avispa en una pierna y muy pronto presenta una inflamación en la misma del tamaño de un pan.


Cauce del Río Chíllar en la parte oeste del Cerrajón. Inma aplicando frío en su pierna.

 Vamos comiendo moras dulcísimas, de gran tamaño.
Muy pronto comenzamos a encontrar pequeñas pozas. Hasta ahora el cauce lleva poca agua. 


Primeras pozas de agua.

A partir del Barranco Romero que desciende por nuestra izquierda, el paisaje va siendo cada vez más bonito, llegando, a las dos horas y media desde el inicio de la ruta, a un bello rincón donde cae una estrecha cascada junto a un travertino (roca sedimentaria formada por depósito de carbonato cálcico) rodeado de culantrillos.


Cascadita y travertino.

Entre los culantrillos alguien ha colocado el cráneo de un macho montés y, salvo Inma y Ana, ninguno queremos hacernos fotos bajo "los cuernos".

 
 Entre culantrillos de agua.

El río continúa mostrando sus encantos de forma progresiva. 


Pozas resfrecantes.

A apenas 15 minutos del travertino se inician unos espléndidos cahorros, siendo necesario para adentrarse en ellos ascender una cascada que bloquea el paso (altitud 565 m). A la derecha de la misma hay varios troncos que nos sirven de ayuda para el ascenso. Algunas partes de los troncos están rodeadas por toba calcárea cuya composición es la misma del travertino (depósitos de carbonato cálcico). Afortunadamente, la existencia de esta toba hace que el pie se afiance bien en el tronco porque no resbala, evitando de este modo el peligro de un resbalón siempre latente al pisar un tronco húmedo sin la corteza.


Cascada de los Cahorros.

Atravesamos unos preciosos cahorros que no tienen nada que envidiarle a los del curso bajo del río.


Estrecho cahorro del curso alto del Chíllar.

Caminamos por el agua sin encontrar a nadie. Es una zona virgen en la que el río se encuentra flanqueado por multitud de adelfas.

Siguiendo el cauce durante otros 45 minutos, aproximadamente, éste gira bruscamente hacia la derecha entre dos inmensos paredones rocosos. Diez minutos después nos encontramos con el cauce bloqueado por un desprendimiento de grandes rocas por encima de las cuales cae una bellísima cascada de unos 20 metros de altura. Nos encontramos a 632 ms de altitud. Hemos tardado tres horas y media desde el inicio del recorrido.


Cascada final del cauce alto del Chíllar.

Ya es imposible continuar por el río. Puede sortearse dicha cascada ascendiendo con peligro por la margen derecha del mismo pero queremos conservar intacta nuestra integridad y no caemos en la trampa ya que hemos venido a disfrutar y no a batir ningún récord de dificultad. La cascada forma en su caída una poza de agua transparente de color verde claro de unos 60 cm de profundidad.


Poza de la cascada.

Cada uno tenemos nuestros "vicios" y yo tengo uno que es una postura personal que adopto en las fotografías y que, al ser siempre y casualmente la misma, los demás componentes del grupo la han bautizado hace ya mucho tiempo como "postura Arana". Y, cada vez que me ven con esta pose, se guasean de mí imitándome. Pero son todos estupendos...


Postura "Arana".

El agua de la cascada cae difuminada en su parte final dando la sensación de cola de caballo.  Entre la cascada y las rocas desprendidas ha quedado configurado una especie de abrigo que merece la pena visitar.


Saliendo del abrigo tras la cascada.


En el abrigo.


Caída del agua contra la roca.


Poza de la cascada.


Poza de la cascada.


Ana en el maravilloso rincón final del curso alto del Chíllar.

Tras hacer un sin fin de fotografías, el hambre aprieta y almorzamos junto a la cascada que deleita nuestros oídos con el rumor del agua. 



El almuerzo.


El descenso entre adelfas.

Las rutas siempre tienen dos caras: la de la ida y la de la vuelta que es totalmente diferente en cuanto al paisaje se refiere. Durante el regreso podemos contemplar  lo que antes quedaba a nuestra espalda, quedando sorprendidos en muchas ocasiones por un paisaje distinto aunque se trate de la misma ruta.


El cauce rocoso.



"Pequeños obstáculos".


Otros "pequeños obstáculos".


Llegando a la cascada de los Cahorros.

Una vez que llegamos a la cascada que hay al inicio de los Cahorros, Juanlu extrae un cordino de su mochila para descender asegurados por los troncos. El riesgo de un resbalón aumenta siempre durante el descenso. Y una caída en esta zona podría significar una fractura o un golpe intenso en la cabeza.


Jose durante el descenso ante la atenta mirada de Darwin, su perro, digo... de Fernando, su padre...


La "impaciencia de la juventud".

Pasamos por la zona del Cerrajón que muestra su esbelta figura durante el descenso del río. El cauce se ensancha en esta zona constituída por un verdadero pedregal "machaca tobillos".


   Cerrajón.

Ahora van quedando a nuestras espaldas algunas montañas emblemáticas de la Sierra Almijara, como el Almendrón, de 1.513 ms de altitud, con una arista glaciar en cuya parte más elevada colocamos un buzón de montaña el 16 de abril de 2011, o los Tajos del Sol con sus 1.689 ms. Y, entre ambas, el Nío Buitre.
 

Panorámica parcial de la Sierra Almijara.

En ocasiones es necesario salir del cauce y pasar por verdaderos túneles de frondosa vegetación.


Hay que tener cuidado con las "cariñosas" zarzas que nos "abrazan" cuando menos lo esperamos.

Llegamos nuevamente a la Presa y regresamos por la acequia.

 
Acequia.


 Algunas zonas peligrosas en el recorrido.


A veces, es necesario pasar al lado contrario de la acequia.


Otras veces, hay que caminar por un lado.

Junto a la acequia podemos contemplar palmito, enebro, romero, albaida, ajedrea o tomillo real, tomillo silvestre, tomillo limón, juncos, helechos como pteris vittata...

Una vez en el Collado de los Apretaderos, punto inicial de la ruta, nos dirigimos a refrescarnos a la Fuente del Esparto. Al beber hay que tener cuidado con las avispas y abejas que han llegado antes que nosotros también a "refrescarse".


Apreciado tesoro. No, Juanlu, no me refiero a ti... sino al agua.


Apagando la sed.




Diagrama del perfil de la ruta.



Esquema de la ruta.