lunes, 17 de octubre de 2011

Vía Ferrata de Comares. Ráppel. Sima Rica. 9 de Octubre de 2011.

Comentarios: Antonio Arana.
Fotografías: Antonio Arana y Juanlu.


Hoy vamos a hacer que el cuerpo fabrique un poco más de adrenalina de lo habitual.

Actualmente se están poniendo de moda las "Vías Ferrata", una manera de escalar montañas sin cuerdas pero con un 100% de seguridad... si hacemos las cosas bien... claro.

En los tajos situados al norte del pueblo de Comares, hay abierta una de estas vías. Y estamos dispuestos a subirla y a bajarla las veces que queramos. Y, además, Juanlu nos tiene preparada una sorpresa y es que vamos a rapelar también esos tajos. Pero también les tengo yo preparada otra sorpresa y es que vamos a hacer un poco de "espeleo" en la Sierra de Loja por la tarde. En fin, hoy nuestra ruta va a ser de aventura total.

Hay una frase que dice que al cuerpo hay que castigarlo de vez en cuando. Pero ello con el respeto debido a la montaña.


Poniéndonos el equipo.

Miramos la altura de estos tajos y "algo se mueve en el alma..." Pero sé que cuando estemos arriba, ¡y llegaremos todos!, la vista hacia abajo será aún más vertiginosa.


Siguiendo la línea de la vía ferrata.

En la foto inferior, un trío de residentes de 1º año del Hospital de la Axarquía. Entre Anatomía y Patología hay que aprender también Naturaleza, con todo lo que esa palabra conlleva que no es poco. Ana es granaína; Sara de Santander y, Rodrigo, colombiano. No está nada mal la mezcolanza de "razas".


Sara, Ana y Rodrigo.



Un paso algo complicado.

La subida se hace en unos 20 minutos. El desnivel es de unos 40 metros de altura.
Cuando llego a la parte final me aseguro al cable de acero, de cara al vacío, para ir haciéndoles fotos a los compañeros en la subida.


Esa es mi bota.


Este es Jorge, 15 años. Si consigue serenar un poco su impaciencia, en unos años podrá pertenecer a la élite del alpinismo.


Hola Jorge. Has hecho un buen ascenso, campeón.

A Bea ya la conocéis de otras rutas anteriores. Practica atletismo. Y, a pesar de su lesión de ligamentos cruzados en la rodilla (aún no intervenida), sabe echarle coraje...


Bea.

Guillermo ya es más veterano. Él practica deporte habitualmente y, además, no para de hacer rutas en su moto.


Guillermo.

Ahora llega Lourdes, una manita de la artesanía: óleo, cestería de mimbre, de caña, de olivo..., cortinas de macramé, pulseras, anillos y collares de cuero y de cristal de Swarovski... que simultanea con su trabajo en el hospital.

Ella fue quien me inició en el montañismo en el año 1993.


Lourdes.


Hola, preciosa.


Acercándose al final.

Ahora viene Jose Fernando. Once años y ya tiene en su haber incontables montañas, ríos y cuevas. ¡Siempre quiere más...!


Jose Fernando, el alevín del Grupo Andax. ¡Te saludo, montañero!

Ana tiene veinti...pocos... Llegó de Graná hace unos meses y es otra de las compañeras del hospital. Desde entonces le estamos dando caña: montañismo, piragüismo, vía ferrata... Lo que no sabe es que va a servirnos de guía en breve en su tierra. O..., mejor dicho..., en sus montañas. Concretamente en Sierra Nevada. Pero esa será otra ruta que ya estoy analizando...


Ana.

Rodrigo, nuestro "Pequeño Cid". Un amante del riesgo. En la ruta anterior, sí, la del Cisne, acabó enriscado sin saber cómo volver al grupo. Hace un par de semanas, saltó desde un acantilado de 10 metros de altura a un mar embravecido. Y también tuvimos que socorrerlo una y otra vez cuando volcaba con su piragua entre las olas... En fin, para atarlo en corto... Colombiano como es... le decimos una y otra vez que se tranquilice y "no masque más hojas de coca"... Menos mal que lo conocemos...


Nuestro Pequeño Cid dando rienda suelta a su gran humor de siempre.

Ahora sube Antonio, compañero de espeleología en la Cueva de la Fájara.


Antonio.

Y el incombustible Pepe como siempre: demostrando que con sus 68 años aún se encuentra "a la altura".


Pepe Martín.


Tres hermanos cántabros: la familia Martín.

Me gustaría continuar presentándoos al resto del grupo pero es mejor hacerlo poco a poco. No quiero cansaros. Nos quedan aún infinitas rutas por hacer. Y el grupo va aumentando progresivamente...

Sigamos con el relato. Una vez que hemos ascendido todos, Juanlu monta la cuerda para el ráppel. Y... lo que dije con anterioridad... al mirar la altura que debemos rapelar, los 40 metros reales parecen 400. Algunos comenzamos a mirarnos buscando cómplices para no descender por ahí. ¡Todos nos miramos pero nadie dice nada! Mientras se monta la cuerda, algunos bajamos andando, atravesando un pasadizo natural en la roca para volver a subir la vía ferrata.


Un descanso en la cumbre.


Antes de atravesar la grieta.


Hacia la grieta.


Pasadizo rocoso.


Y... vuelta a subir la vía ferrata...


¡Hola...! Este sí soy yo...

Y ahora sí ha llegado el momento de rapelar... ¡glup...!

Fernando entra a trabajar a las 3 de la tarde y es el primero en descender porque tiene que marcharse.


Fernando. Juanlu abajo asegurando la cuerda.

Conforme vamos rapelando uno tras otro, el "aburrimiento" va haciendo mella en Juanlu que asegura la cuerda para evitar accidentes, y se tumba en el suelo recostado sobre una roca sin bajar el nivel de alerta. ¡Es único!


El reposo de Juanlu. Espero que no se duerma...

Hoy formamos un grupo con una nutrida representación sanitaria: un residente de traumatología, dos residentes de medicina de familia, un enfermero de urgencias, otro de UCI, una auxiliar de enfermería, un ginecólogo (como para parir en plena vía ferrata...) y un médico de urgencias. No está nada mal...


Pedro, nuestro enfermero de UCI, en pleno ráppel.


Jose, el cachorro del grupo, disfrutando en pleno descenso.


Javi en un ráppel impecable.

Una vez que hemos disfrutado como enanos con la vía ferrata y el ráppel, nos tomamos un bocata y nos dirigimos a Ventas de Zafarraya donde hemos quedado con un compañero que nos va a llevar a la cueva de la Sierra de Loja conocida como "Sima Enrique". En realidad, se llama Sima Rica aunque ya sabemos lo que es la deformación de las palabras "rique" por "rica"... ¡Pues... Sima Enrique, claro!

Nos encontramos con una barrera para entrar en la cueva: una cerca de hierro de 3 metros de altura terminada en unas barras afiladas de unos 30 centímetros, dirigidas hacia afuera.


Acceso a Sima Enrique.

Nuestra intención es sólo conocer la situación de la cueva para poder hacerla en otra ocasión porque es tarde, hemos dejado el equipo de espeleo en los coches y, además, imagino que habrá que pedir permiso a la Agencia de Medio Ambiente de Granada viendo la fortaleza en la que han convertido el acceso a la cueva.

A pesar de ello, nos hierve la sangre de espeleólogos y nos metemos en ella sin equipo.

Bea lleva una linterna sin pilas y con una palanca que al darle vueltas le permite unos minutos de luz. Ana escucha un ruído zumbante y sale corriendo de la cueva, aterrorizada, pensando que una multitud de murciélagos se le va a echar encima. Una vez Ana fuera de la cueva, escuchamos el zumbido que hace la palanca de la linterna de Bea al darle vueltas y nos hinchamos de reír todos.


Ana en Sima Enrique.


Juanlu sujetando la pared de la cueva... ¡¡¡con una sola mano!!!


¡Y yo no quiero ser menos que Juanlu...!

La cueva se va haciendo más complicada cada vez y no nos atrevemos a continuar sin el equipo técnico. Salimos de ella y damos por finalizada la aventura.

A pocos metros de Sima Rica o "Enrique" (AG-6) se encuentra Sima Redil, catalogada por el Grupo de Espeleología de Granada como AG-7. No está protegida su entrada porque es insalvable sin el equipo de espeleo. Guardamos en la memoria su situación...


Jose deseando entrar en Sima Redil.

Y la próxima ruta en el Torcal de Antequera.

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