sábado, 25 de enero de 2014

Sierra de Gibalto. 9 y 17 de Diciembre de 2013

Comentarios: Antonio Arana
Fotografías: Antonio y Juanlu

Tras haber realizado durante los últimos meses unas cuantas rutas  de pequeña entidad (Cascada de las Chorreras del Río del encinar, en Sedella, Monte Hacho y Mirador de los Infiernos de Loja, Peñón de los Castillejos del Río de la Miel en Maro, Montes de Málaga, Valle del Genal...) y, otras, mayores aunque ya reflejadas con anterioridad en este blog y por este motivo no creo conveniente volver a subirlas para evitar ponerme pesado con la repetición de las mismas (Huma en Ardales, Maroma por el cortafuegos del Alcázar...), hoy quiero hablaros del Pico de Forcales y del Pico Gibalto, en la sierra del mismo nombre.

Siguiendo la carretera que sale desde Zafarraya en dirección a Loja, dejamos atrás el cruce que lleva al Puerto de los Alazores y el que se dirige al pueblo de Villanueva del Trabuco. A unos 3.5 km de este último cruce podemos observar, a la izquierda, el Cortijo de la Parrilla. Desde la carretera sale una corta pista que se dirige al mismo. Al inicio de la pista hay un pequeño rellano donde podemos dejar los coches. En los alrededores del cortijo hay alambradas por la existencia de ganado caprino. Ya que nuestra ruta discurre por dicha zona nos creemos en la obligación de hablar con los dueños que se encuentran trabajando cerca para referirles nuestras intenciones y pedirles permiso para dirigirnos a la cumbre de nuestras montañas. Son muy amables, nos hacen pasar a través de una puerta en la alambrada y nos indican la existencia de una vereda que nos acercará a nuestro destino. Nos informan de que el pico que llamamos Forcales es en realidad el pico Gibalto. Y que Forcales es el nombre de otra montaña situada al suroeste de la primera. En los mapas del Instituto Geográfico Nacional a escala 1:25.000 que son los que suelo estudiar al planificar una ruta, la nominación de ambos picos es la contraria, sin embargo. Y, personalmente, me quedo con dicha denominación. ¿Por qué lo hago? Pues porque en dichos mapas, la mayor altura de la Sierra de Gibalto está señalada como "Gibalto", con 1.486 ms y un vértice geodésico. El segundo pico de esta sierra está señalado como "Pico de Forcales", con 1.375 ms y sin vértice geodésico en la cumbre. Por supuesto que puedo estar equivocado y que los lugareños sean quienes lleven razón. Pero yo tengo mis manías y voy a continuar con ésta.


Mapa de la zona. El cortijo de la Parrilla podéis observarlo a la derecha de la imagen.

La vereda se dirige hacia el noroeste, hasta un pequeño llano donde se encuentran las ruínas del Cortijo del Hoyón. Mi idea hoy es ascender primero al Pico de Forcales y dirigirnos después al Gibalto. Aunque probablemente no nos dé tiempo a subir los dos porque anochece muy pronto y no es cuestión de estar metidos en alturas rocosas sin luz.
 

 Ascendiendo. Cortijo de la Parrilla, detrás.


Carretera de Zafarraya a Loja, entre la Sierra de Gibalto y la Sierra de Loja, al fondo.

Una vez que llegamos al pequeño llano del Cortijo del Hoyón, nos hacemos la tradicional foto de grupo. Sin embargo, esta vez  la foto tiene una especial importancia. Y es que en ella hay tres generaciones, abuelo, hijo y nieto. Son fotos que hacen historia.


Comenzando por la derecha, Pepe el abuelo (el primero), Francis, el hijo (el sexto) y Francisco el nieto (el noveno).

Encontramos quejigos preciosos de gran porte.


Quejigo o roble andaluz.Quercus canariensis.

Y me hace mucha ilusión encontrar también la mágica planta medicinal de los antiguos druidas: el muérdago, también llamada "planta del beso" porque, según la tradición, si una chica se besa con su novio debajo de esa planta, se casará con él y ambos tendrán asegurada la fertilidad. Así que...¡ojito...!


Muérdago. Viscum album.

El Gibalto lo he subido en varias ocasiones pero el Pico de Forcales es mi primera vez. Así que, en lugar de dirigirnos hacia el collado existente entre los dos picos y, una vez en él, realizar el ascenso por la parte oeste, lo acometemos a saco por el sur, sufriendo muy pronto los efectos de la continua y dura pendiente de335 metros de desnivel hasta la cumbre.


Todos con la cabeza agachada, echando los pulmones y las higadillas por la boca durante el ascenso.

El único que parece incombustible y que nos da una continua lección de cómo ascender una montaña caminando por terreno rocoso, es Francisco, el mocoso de la 3ª generación de montañeros. Ni se oye respirar al dichoso enano.


Ahí lo tenemos, con apenas 6 años.

El resto, vamos subiendo como podemos... y conseguimos llegar a la cumbre casi a rastras. ¡Dichoso niño! En qué hora se me ocurriría pegarme a él en la subida...


Cumbre del Pico de Forcales ¡¡¡Al fin...!!!

La cumbre está rodeada por una valla que se atraviesa sin problemas. Desde aquí puede observarse el gibalto con una forma aplanada y a una altura más baja. Aunque la ilusión es engañosa porque tiene más de 100 metros de altura que el pico en el que nos encontramos.


Gibalto desde la cumbre del Pico de Forcales.

Decidimos intentar subir el Gibalto desde el inicio de la cresta rocosa, en la parte sur.


Dirigiéndonos al Gibalto. Detrás, la mole del Pico Forcales.


Francisco junto a un potente quejigo.



Iniciando el ascenso a la cresta. Un magnífico peñón rocoso a espaldas de Juanlu.



El camino "llano" hacia la cresta.

 Desde la parte sur de la cresta, la distancia y, sobretodo, el tiempo para llegar al vértice geodésico del Gibalto, son demasiado grandes teniendo en cuenta que oscurece a las seis de la tarde y las características del terreno son las que podéis apreciar en la fotografía inferior. Intentamos el acercamiento a sabiendas de que tendremos que desistir del intento, antes o después.


La cresta del Gibalto.

Tras "andar" un poco por la cresta rocosa decidimos, finalmente, descender antes de quedarnos sin luz y alcanzar esta segunda cumbre dentro de unos días.


Perfil de la ruta. El pico de la izquierda es Forcales y, el de la derecha, la cresta del Gibalto.



El 17 de diciembre, ocho días después de la ruta citada, regresamos a la zona , esta vez decididos a llegar a la cumbre del Gibalto. Sólo hemos podido venir cuatro miembros del grupo: Inma, Juanlu, Paco y yo.

Desde el Cortijo de la Parrilla seguimos la misma ruta de subida hasta el Cortijo del Hoyón donde Juanlu se percata de la presencia de un rebaño de cabras monteses, con varios machos en celo.


 Rebaño de cabras monteses. Un macho en el acto de husmeo a una hembra.

Al oeste puede apreciarse el collado entre los dos picos de la Sierra de Gibalto y hacia el cual nos vamos a dirigir hoy. En lugar de ascender esta vez por la parte sur de la cresta lo haremos por la parte norte.


Llano del Cortijo del Hoyón y el collado, al fondo.


Inma y Juanlu cambiando impresiones sobre la mejor ruta a seguir.

Nos acercamos al collado y comenzamos el ascenso hacia la cresta por la parte norte. El terreno es muy duro pero nos gustan las rocas y por ellas trazamos nuestro camino hacia la cumbre.


Fuente Camacho, al fondo.


Cumbre y vértice geodésico del Pico Gibalto.


En la cumbre.


"Juanlu el amoroso".


Inma junto al vértice geodésico. Al fondo, la Sierra de Loja.


Paco llenándose de energía con la contemplación del maravilloso paisaje.


Y "Menda".

Y Juanlu, como siempre, dejando bien claras sus capacidades como fotógrafo, realizando un magnífico encuadre.


¡Cuidado...!


Cumbre del Gibalto.

Tras un rato de relax y tras habernos zampado un suculento bocata, iniciamos el regreso.


Llegando a la base del Gibalto.

Los quejigos tienen un color espléndido en esta época.


Quejigos.

Encontramos en el suelo algunas agallas típicas de este árbol, de cuyo nombre latino "cecidium" deriva el nombre castellano del árbol. Son unas bolas del tamaño de una nuez, de color marrón, provistas de unos piquitos que a menudo forman una corona. Su interior es esponjoso y acolchado. Se producen por la picadura de un insecto de la familia de los Cynípedos (familia Cynips) en los brotes jóvenes, para hacer la puesta, quedando protegidos los huevos por éstas. Cuando las larvas maduran hacen un agujero en la corteza y salen por él.


Agalla de quejigo.

En esta zona encontramos también heléboro fétido o "hierba ballestera", Helleborus foetidus. Todas las partes de la planta son venenosas. La intoxicación produce vómitos y delirium tremens. Si se ingiere puede llegar a ser mortal. Su nombre popular se debe al uso que se hacía del jugo de la planta para envenenar las flechas.


 Heléboro fétido.

La mañana ha sido espléndida. En la cumbre, el cielo estaba de color plomizo pero, tanto al iniciar la ruta como al regreso, el tiempo ha sido estupendo.


El regreso.



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