sábado, 10 de mayo de 2014

Cerro de los Cazadores. Sierra de Loja. 1 de mayo de 2014

Comentarios:   Antonio Arana.
Fotografías:   Antonio Arana.

El Cerro de los Cazadores es una de las múltiples elevaciones que constituyen la Sierra de Loja, en Granada.
Tiene una altitud de 1.501 ms y se encuentra situado en la parte meridional de dicha sierra, más cerca de Zafarraya, al sur, que de Loja, al norte. 

Desde Vélez-Málaga, en dirección norte, atravesando el espléndido y sorprendente puerto natural del Boquete de Zafarraya, llegamos a una aldea situada a 2 km al noreste de dicho pueblo y que se conoce como El Almendral (912 ms de altitud). A espaldas de dicha aldea iniciamos nuestra ruta ascendiendo por un tipo de terreno completamente rocoso, hasta alcanzar una cresta en dirección sur a norte que nos llevará al Cerro de los Cazadores situado a 5 km lineales.

La vista es maravillosa hacia todos los lados. A nuestra espalda, al sur, dejamos el Boquete de Zafarraya, con las Ventas del mismo nombre, situado en el límite de las provincias de Málaga y Granada, separadas  por una cadena montañosa que de este a oeste está compuesta por el Morrón de la Cuna (o Cerro Puerto), La Umbría (Hoyo del Toro), Marchamona y la Torca.


Ventas y Boquete de Zafarraya.


 La Umbría (altitud 1.352 ms).



Zafarraya y el Cerro de Marchamona (altitud 1.274 ms).



La Torca (altitud 1.500 ms).

Al este se alza el Torrecilla con su caseta de vigilancia forestal, de forma redonda.



Torrecilla de Zafarraya (altitud 1.322 ms).

Cuando llevamos unos cuarenta minutos de recorrido encontramos un precioso majuelo junto a la entrada de una cueva catalogada como ZA-1 por el G.E.G. y conocida como "Cueva de los Cahorros". Tiene una entrada triangular baja que accede a una cámara de la que salen varias galerías. 




Cueva de los Cahorros.



Entrada de la Cueva de los Cahorros.



Cámara de entrada.

No hemos traído material técnico de espeleología y evitamos introducirnos en las galerías porque no conocemos el trazado de la cueva. La estudiaremos en los libros de "espeleo" que tenemos de la zona y valoraremos volver para recorrerla por completo si ello es posible.

A la salida de la cueva Juanlu encuentra un fragmento de cuarzo con forma de colmillo y se dedica a hacer el payaso, como habitualmente hace, con diente o sin él... Sabes que te aprecio mucho Juanlu... No te enfades.



Juanlu haciendo el payaso, o, mejor dicho, el vampiro.

Aparecen entre las rocas algunas pequeñas dolinas de un color verde intenso. 



Buscando cuevas y simas en una dolina.

Fernando no para de hacer fotos a diestro y siniestro desde el inicio de la ruta hasta que llega un momento en el que se detiene súbitamente, se da un golpe en la frente y nos dice "me cago en la p... saqué la tarjeta de la cámara para pasar unas fotos al ordenador y le coloqué de forma transitoria la tarjeta de plástico sin memoria y se me ha olvidado cambiarla". Nos hinchamos de reír diciéndole "gil y pene" o algo que se le parece mucho y no dejamos de gastarle bromas al respecto.



La tarjeta de pega. ¡No sé cómo puedes sonreír, Fernando...!

Afortunadamente yo llevo mi cámara, como siempre. ¡Y con una tarjeta de verdad!

Continuamos la marcha observando a la derecha un pico denominado en los mapas topográficos como "El Morro de la Ciudad", de 1.343 ms de altitud. Tengo que investigar la toponimia de este pico.




Encontramos una pequeña y preciosa rupícola: la violeta amarilla.



Violeta amarilla. Viola demetria.

Transcurridas dos horas de ruta pasamos junto al Charco del Bermejal, una balsa artificial que recoje las aguas de esta zona cuando llueve.


 Charco del Bermejal.

Al oeste podemos apreciar otras elevaciones enfrentadas al Tajo de las Palomas y a Tres Mogotes, picos situados más al oeste.









"Lito", cachorrillo hace unos años y convertido actualmente en un aguerrido montañero.

Fernando, tras el chasco de la tarjeta, decide protegerse el cerebro del sol para evitar males mayores (una mayor "degeneración cerebral").








Leche de gallina. Ornithogallum umbellatum. 

Continuamos andando por el extenso lapiaz aunque, en ocasiones, el terreno se hace aún más incómodo.


 Pepe, en solitario,  "por la vereda".

Afortunadamente, hay ovejas y cabras en la sierra a las que agradecemos su inestimable y altruista colaboración con el montañismo por la red de veredas que abren en terrenos inhóspitos.


Vereda, en este caso, de ovejas.

¿Qué cómo sé que la vereda está trazada por ovejas y no por cabras...?  Es por la experiencia de 23 años de montañismo, el exhaustivo estudio de todas las guías de montaña y de naturaleza, y porque tenemos un rebaño de ovejas a veinte metros de donde nos encontramos...

Coronamos el Cerro de la Mina, de 1.388 metros de altitud, y descendemos hasta una depresión en el terreno para comenzar un nuevo ascenso por el terreno pedregoso que nos acercará, poco a poco, a nuestra meta: el Cerro de los Cazadores.


 El vértice geodésico ya cercano.

De pronto, Inma que va delante, nos advierte de la presencia de un animal debajo de una planta. Me acerco rápido, intentando no hacer mucho ruido y puedo contemplar una hermosa pareja de lagarto ocelado reposando debajo de unos bulbos. Miden unos 50 cm. Intento hacerles unas fotografías acercando el objetivo todo lo que puedo sin molestarlos pero las hojas no me permiten hacer una buena foto. Se identifican perfectamente por dos franjas de ocelos azules en el dorso.



 Los dos ejemplares de lagarto ocelado (Timon lepidus). A la derecha, la cola marrón de uno.



Los ocelos.

Súbitamente, salen los dos lagartos corriendo, uno hacia la izquierda y, el otro, directamente hacia Inma que da un grito y comienza a correr más que el lagarto. No me da tiempo a preparar la cámara para captar el movimiento y el resultado es el siguiente.


 Lo siento mucho. Como foto no vale nada, pero es una maravilla ver correr a un bicho de estos.

Transcurridas tres horas desde el inicio de la ruta llegamos junto al vértice geodésico del Cerro de los Cazadores (1.501 ms de altitud). Una cerca metálica hiere la cumbre. Y, hablando de heridas, podemos apreciar un zorro muerto enganchado en la horquilla de uno de los alambres de sujección de la cerca. Nos da pena verlo porque es un animal magnífico que habrá sido colocado ahí por unos desaprensivos o que ha tenido la mala suerte de quedarse enganchado al intentar saltar la alambrada desde un mojón de término municipal muy cercano a ella.


El zorro. Es el de la izquierda ¿eh?


Zorro rojo. Vulpes vulpes.



Tras permanecer diez minutos en la cumbre, descansando un poco e hidratándonos, iniciamos el regreso.


Descendiendo junto a la cerca.


Piorno azul. Erinacea anthyllis.

Durante el descenso continuamos encontrando herbosas dolinas. Inma aprovecha para tumbarse unos minutos a tomar el sol mientras nos reagrupamos.


Sé que Inma es una montañera "muy dura" pero no sabía que lo fuese tanto.

Encuentro un precioso ranunculus: el Botón de oro. 






Decidimos dejar la cresta rocosa y nos dirigimos con decisión hacia la frondosa arboleda de la zona conocida como "La Mina".


La loma de la Mina, al frente. Al fondo, la Maroma coronada de nubes.

En "La Mina" el terreno cambia completamente, siendo sustituidas las rocas por un verdadero vergel en el que abundan los preciosos majuelos en flor y espléndidos ejemplares de cornicabras. Nuestros pies agradecen el cambio.




Cornicabra. Pistacia terebinthus.





Majuelo. Espino albar.


Yemas y flores del majuelo.


Orquídea amarilla. Ophrys lutea.

Pero lo bueno no dura mucho y debemos volver a caminar por el duro y grisáceo lapiaz para dirigirnos a los coches.





Abajo, Zafarraya. Al fondo, Cerro de Marchamona (izquierda) y Torca (derecha).


El incombustible jefe del grupo: Pepe.


Vista de la ruta en Google earth.


Track de la ruta.


Perfil de la ruta:

Recorrido:   10.200 ms.
Tiempo total:   6.30 horas.
Desnivel aproximado:   700 ms.
Dureza:   alta por el tipo de terreno.



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