lunes, 12 de septiembre de 2011

Rápel en el Barranco de los Tajos Lisos. Miércoles, 10 de agosto de 2011.



Comentarios: Antonio Arana.

Fotografías: Antonio Arana y Juanlu.

La ruta de hoy es un poco especial. Queremos recorrer el Barranco de los Tajos Lisos, en Canillas de Aceituno. Un barranco que en verano permanece seco. Llevamos una cuerda de 30 metros, otra de 20 y, una última, de 15 metros. Vamos cuatro miembros del Grupo Andax, cada uno con su arnés, "ocho" y varios mosquetones. No sabemos lo que podemos encontrarnos.

La idea es recorrer dicho barranco desde la parte norte del Peñón Grande de Canillas de Aceituno hasta la Cueva de la Fájara y la primera poza del Río Bermuza. Para ello, hemos dejado un coche a unos 500 metros de la poza y, el otro, junto al campo de fútbol del pueblo.

09.10 horas. Comenzamos la ruta a los 726 metros de altitud, ascendiendo la pista forestal que bordea el Peñón Grande de Canillas (1.242 ms) por el oeste, en dirección al Mirador del Castillejo. En la ruta anterior reflejada en este blog, ya comenté la existencia bajo el espolón rocoso del mirador, de un túnel natural que lo atravesaba de noreste a suroeste. Yo no lo conocía pero Juanlu y Lute sí. Y hoy quiero verlo y recorrerlo como inicio de nuestra aventura.


En el interior del túnel.

10.00 horas. El túnel es completamente rocoso y tiene unos diez metros de recorrido. En la entrada tiene acumulada una gran cantidad de rocas pequeñas colocadas una encima de otra, probablemente por algún pastor aunque en el suelo del túnel no se aprecian excrementos de cabras o de ovejas.


Salida hacia el suroeste.


Juanlu, Lute, Javi y yo.

Volvemos a recorrer el túnel, esta vez en sentido contrario, y vamos descendiendo por el abrupto terreno de matorral mediterráneo y pinos hasta el cauce del arroyo que aflora al Barranco de los Tajos Lisos por el sur. Aunque nosotros, nos dirigimos en dirección contraria al barranco para explorar la cascada que nos encontramos el pasado día 6, decidiendo en aquél momento regresar ante la temperatura sofocante y no haber llevado cuerdas.

Una vez que llegamos a dicha cascada, vista desde abajo "no se ve tan fiero el león". Sin utilizar las cuerdas, la subimos y bajamos.


Final de la cascada.

Y ahora sí comienza de verdad la aventura. Desconocemos si existen otras cascadas o si el barranco está bloqueado o presenta algún otro obstáculo insalvable.

10.55 horas. Nos encontramos una primera cascada vertical de 7 metros de altura. ¡Bien! Al menos, le daremos uso al material de escalada que traemos. Nos colocamos los arneces y Lute quiere ser el primero en realizar el rápel.


Primer salto.

La adrenalina comienza a acelerarnos el ritmo cardíaco. Es el momento en el que comienzan a asaltarnos las dudas sobre el material que traemos: los arneses tienen ya unos añitos... las cuerdas parecen estar en buen estado pero... ¿y si no es así? Esta cascada es pequeña aunque suficiente para rompernos la cabeza contra las rocas... pero... ¿y si encontramos otras de 15 ó 20 metros...? ¿Estaré a la altura de los demás compañeros...?

Ahora me toca descender a mí. El corazón a 120 latidos por minuto y, sin embargo, sin sensación real de miedo. Aunque sí con una ansiedad razonable.


Primer salto.

Uno detrás de otro vamos rapelando esta primera cascada. Juanlu es el último en hacerlo. Es un buen escalador pero, sobre todo, un gran compañero. No deja de animarnos y de observar el anclaje que hacemos con la cuerda al "ocho" antes de descender, dándonos continuas instrucciones por si se presentara algún problema serio. ¡Gracias, tío!


Primer salto.

11.10 horas. Poco después encontramos otra cascada de 5-6 metros que descendemos sin problemas. Lute va protestando porque quiere más emoción. Hace poco tiempo ni sabía escalar. Y ahora es el primero en lanzarse.


Segundo salto.

11.22 horas. Comienzan las emociones fuertes. Nos topamos con un salto de unos 25 metros con una cornisa en su parte media que permite descenderlo en dos veces.


Tercer salto.

Me arrepiento de no haber traído el GPS. Me gusta obtener el máximo de datos de cada ruta para su análisis posterior. Pero pensé que la ruta de hoy se trataba de un simple paseo por un simple arroyo y lo he dejado en casa. Los demás compañeros tampoco lo han traído, ni siquiera sus cámaras fotográficas. A pesar de no tener el GPS puedo obtener un dato completamente fiable: ¡¡¡ mis 140 pulsaciones por minuto !!!


En la cornisa del tercer salto.


Descendiendo hacia la cornisa del tercer salto.

Una vez que estamos todos en la cornisa, Juanlu revisa el anclaje existente en la roca para descender el segundo tramo de la cascada. Hay colocado un espit que se mueve levemente cuando Lute emplea su fuerza para comprobarlo. A pesar de que no parece existir riesgo, Juanlu procede a colocar un Parabolt. La seguridad debe ser del 100%.


Javi descendiendo el segundo tramo.


Segundo tramo del tercer salto.


Segundo tramo del tercer salto.


Llegando al final del tercer salto.

Una vez abajo, tiramos de la cuerda con cuidado y dando una voz de aviso porque aquélla en su caída puede hacernos daño.

Nos encontramos prácticamente en el centro de un precioso e impresionante cañón: el Barranco de los Tajos Lisos que recoge el agua de toda la parte sur-occidental de la Sierra Tejeda, desde la zona cercana a la Casa de la Nieve, los Tajos del Púlpito, los Charcones y los Tajos Lisos, con una dirección noreste-suroeste.

Aunque el descenso lo haremos por la parte izquierda, decidimos adentrarnos y explorar un poco la parte derecha (nororiental) del cañón. Tras unos centenares de metros recorridos sin observar ninguna cascada en el cauce (aunque sí laterales), regresamos hasta el pie del tercer salto para continuar en dirección contraria.

Tenemos la sensación de que ya no vamos a encontrar más cascadas de envergadura porque el cauce se hace horizontal.
12.35 horas. O esa es la impresión que teníamos porque pronto llegamos a otro salto de unos 12 metros.


Cuarto salto.

Todos los saltos están equipados para el rápel aunque comprobamos los anclajes uno a uno. Éste lo rapelaremos por la parte izquierda. En unos utilizamos la cuerda en simple y, en otros, en doble. De esta segunda forma la resistencia es mayor en el "ocho" y el descenso se hace más lento. Alguien se da cuenta de que una de las cuerdas está desflecada en una parte, como si tuviese una casi imperceptible sección superficial. No corremos riesgos y cortamos un trozo de cuerda de 6 metros quemando posteriormente el extremo de la misma.


Contemplando al "maestro".

Vamos bromeando por el cauce seco. En cada curva del barranco nos parece que se encuentra ya la Cueva de la Fájara.

13.05 horas. De pronto, Lute, emite un grito de sorpresa mostrando su felicidad por la nueva cascada que tendremos que descender: 30 metros. Cuando me acerco a ella y miro hacia abajo con sumo cuidado, noto mi corazón en la garganta a 180 latidos por minuto. Durante unos segundos decido con pleno convencimiento que yo no bajo por ahí. Pero entra en juego la psicología de Juanlu que me pregunta "¿cómo estás?". A lo que respondo automáticamente y sin ninguna duda "bien, bien...", firmando así mi sentencia de deceso... digo...de descenso.

Este salto no es apto para cardíacos ¡palabrita! Hay que tener la sangre un poco fría para hacerlo.
Lute, enervado como un niño ante una aventura, mira por enésima vez el abismo con deleite, se fija a la cuerda y comienza a descender. Los demás nos quedamos a unos metros del borde de la cascada porque la sensación de vértigo es impresionante.


Quinto salto.

Un minuto de angustia después, Lute nos avisa que ya ha bajado. Javi me mira..., yo lo miro... y con un rictus en su cara claramente interpretable ¡¡¡MIEDO!!! le echa valor y decide bajar en segundo lugar. Yo continúo mirándolo, agradecido. Pero también con cierta envidia porque iré después de él...


Javi a punto de rapelar el quinto salto.

Se oye poco después la voz de Javi diciéndonos a Juanlu y a mí que ha llegado. Y se le oye alegre, ya relajado por la intensa tensión a que ha estado sometido. Yo ya no sé si lo que me aprieta la garganta es el corazón o mis partes nobles que quieren subirse a ella porque no quieren descender la cascada.

Juanlu me pregunta si quiero bajar ahora o prefiero hacerlo el último. ¡¡¡El último...!!! La sola idea de ese solitario concepto me da pánico. Con total tranquilidad "exterior" y con un algo de indiferencia, le digo a Juanlu que bajaré yo. Él me mira asintiendo. ¿Sabrá lo que siento? ¿Estará viendo esas dos "bolitas " en mi garganta?

Intento que no se me note la torpeza de mis dedos al introducir la cuerda en el "ocho". Y como un verdadero experto en escalada (lo que no soy), reviso todo lo revisable en el equipo y, como si le hiciera un favor, le digo "¿lo ves todo bien, Juanlu?", empleando un tono de voz falsamente lleno de testosterona. Él mira la sujección y me dice que sí. Y entonces es cuando el corazón se me pone a 200 latidos por minuto. Los primeros metros son los más difíciles; después, todo parece convertirse en automático, y en un minuto me encuentro entre Lute y Javi con una risilla tonta en las comisuras, mientras me digo a mí mismo que estoy hecho un TÍO (sí, con mayúsculas) a mis 54 años..., esperando que no haya más "sorpresas" en la ruta...


Quinto salto.

Mi cámara de fotos, unas veces se la queda Juanlu para hacernos fotos desde arriba y, otras, la bajo conmigo para hacerle yo fotos a él cuando desciende.


Quinto salto.

13.30 horas. Encontramos otra cascada o, mejor dicho, "cascadilla de ná...", visto lo visto, con unos 5-6 metros de altura. La hacemos de una manera rápida, como si le perdonásemos la vida.


Sexto salto.

13.40 horas. Otra cascada más, la séptima, de unos 4 metros de altura pero con una poza llena de agua putrefacta a sus pies que se interpone en nuestro camino. No tiene dificultad pero hay que hacer un quiebro durante el descenso para no caer en la poza. Unos metros después hay que hacer otro pequeño rápel.


Séptimo rápel.


Preparándome para el séptimo rápel.

En este tramo del barranco hay varias marmitas casi colmatadas por piedras de derrubio. La última marmita tiene una nueva sorpresa: su borde distal limita una caída de unos 10 metros, aproximadamente. A nuestra izquierda, en la pared rocosa observamos un pasamanos de acero de cuyo estado de conservación no nos fiamos. Lute, a pesar de todo, lo pasa hasta una cornisa que se dirige a la izquierda del barranco por la que podría obviarse el rápel de la cascada. Pero el paso es peligroso y la caída mortal, por lo que localizamos el anclaje en la roca y procedemos a rapelar la cascada.


Descendiendo a la última marmita. Pasamanos a la izquierda.

13.50 horas. Lute, asegurándose con la cuerda, explora el mejor paso para el descenso porque en la pared de la cascada crecen adelfas que podrían provocar alguna complicación.


Octavo rápel.

Ya abajo, Lute va dirigiéndonos los pasos. Cuando me uno a él me dedico a hacer fotografías mientras él asegura la cuerda manteniéndola extendida pero sin tensión, para evitar posibles caídas.


Octavo rápel.

Juanlu desciende con un estilo muy particular: sentado de frente a la caída. Otras veces lo hace de pie, pero también de cara al vacío. Él puede hacerlo. Yo, no.


El estilo "Juanlu". Octavo rápel.


Octavo rápel.

14.20 horas. El cauce se hace interminable porque una novena cascada de, al menos, 20 metros de altura se interpone ante nosotros. ¡Y la Cueva de la Fájara sin aparecer...!


Noveno rápel.


Noveno rápel.

Juanlu se queja de que se le queman las palmas de las manos durante el descenso. Mi mano y antebrazo derechos están muy doloridos. Tuve varias fracturas en ella y una sección completa de un ligamento del pulgar hace 3 años. Y la estoy forzando hoy un poco más de lo necesario.

15.00 horas. Por fin parece que llegamos a la parte final del barranco. Llevamos 25 minutos sin encontrar más saltos. Aunque cinco minutos después nos vemos obligados a asegurarnos a un pasamanos para sortear una parte muy dificultosa en el río con pozas de agua estancada.


Por el pasamanos.

El cañón hace una curva en ángulo recto hacia la izquierda (al sur) y esa es la señal de que la Cueva de la Fájara está ya muy cerca.

A las 15.25 horas nos encontramos junto a la surgencia de la cueva que da inicio al Río Bermuza.
Mi corazón ha recuperado sus 70 latidos por minuto habituales.


Junto a la surgencia de la Cueva de la Fájara.

Es un verdadero placer andar sobre la acequia flanqueada por adelfas, zarzamoras, espadaña, brezo...


Brezo blanco. Erica arborea.

15.40 horas. Minutos después atravesamos el puente sobre el Río Bermuza, de construcción tosca, probablemente medieval, junto a un gran nogal que conocí hace tiempo en todo su esplendor y, ahora, está completamente seco.

15.50 horas. En diez minutos nos encontramos cambiándonos de ropa junto al coche.



El perfil aproximado de la ruta es el siguiente:

Distancia total recorrida: 5.500 metros.
Recorrido por el Barranco de los Tajos Lisos: 2.300 metros.
Desnivel en ascenso: 250 metros.
Desnivel en descenso: 530 metros.
Tiempo total: 6 horas y 30 minutos.

Sería interesante volver a realizar el descenso del barranco con GPS para obtener datos más completos y fidedignos de esta maravillosa y apasionante ruta. Os emplazo a todos en breve para hacerlo.



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