martes, 21 de septiembre de 2010
Cahorros del cauce alto del Río Higuerón. 12 de Septiembre de 2010.
Comentarios: Antonio Arana.
Fotografías: Antonio, Juanlu y Alejandro.
Tras hacer los Cahorros del Cauce Bajo del Río Higuerón y, posteriormente, la Cueva del Lobo Marino en dos ocasiones, hemos decidido terminar las rutas de agua del presente verano recorriendo el Río Higuerón hasta los Cahorros del Cauce Alto.
Me encuentro delante del ordenador con un gran dilema: colgar la ruta en el blog o no hacerlo.
¿Por qué? La respuesta hay que buscarla en otra ruta: el Río Chíllar. Ha sido tanta la publicidad que se le ha dado a este río, en la prensa, en los libros de montañas de la Axarquía y a través del "boca a boca" que hoy es prácticamente imposible disfrutar del Río Chíllar como hacíamos años atrás. Son miles de personas subiendo y bajando por el cauce a diario en verano, acompañadas de innumerables perros que hacen de este bello paraje un verdadero estercolero. A esto se añade la presencia de cientos de coches contaminando la zona, y, por supuesto, entre tantas personas, algunas que van dejando bolsas de plástico, botes de zumos y latas de refrescos por todas partes. Esto ha hecho que por primera vez en muchos años no hayamos acudido a la invitación que nos hace dicho río.
Pero hoy se trata del Río Higuerón. No quiero que se repita la misma situación en él. Si se divulga esta ruta por todos los medios, acudirán los desaprensivos. Pero, por otra parte, me gusta compartir los maravillosos rincones naturales que conozco con compañeros de otras comarcas, de otras provincias que también saben valorarlos y preservarlos de todo daño al medio. Por ellos aquí comienza la narración de la ruta.
Hemos quedado, como siempre, en el aparcamiento del Hospital Comarcal de la Axarquía. Somos 22 montañeros esta vez. Alejandro hace, como es habitual, la foto del grupo.
En el aparcamiento del hospital.
Llegamos a Frigiliana en varios coches y nos reunimos todos en la Plaza del Ingenio (altitud 307 ms). En ella ajustamos nuestras mochilas y bastones, configuramos los GPS y hacemos los últimos comentarios sobre la ruta.
Descendemos al cauce del Río Higuerón por una fuerte pendiente asfaltada. El sonido del agua que borbotea en las pequeñas cascadas rocosas comienza a deleitar nuestros oídos. Nos dirigimos al norte siguiendo el cauce. En unos minutos llegamos a un recodo desde el cual podemos apreciar una bella cascada formada al caer libre el agua de la acequia por debajo del Pozo Lízar.
Cascada.
El agua de la cascada se une a la del río por un pequeño arroyo. Aprovechamos este escenario natural para hacer las primeras fotografías.
Ana y Sandra en el arroyo de la cascada.
Con paso tranquilo, llegamos en 20 minutos desde el inicio de la ruta, al Pozo Batán (altitud 281 ms). Se trata de una enorme alberca construida en el siglo XIX junto a las ruinas de un molino de papel de estraza citado ya en documentos del año 1752. En la fabricación de dicho papel se empleaba el "bagazo" o residuo de la caña molturada.
Los más jóvenes del grupo aprovechan para darse el primer chapuzón del día, a pesar de que son sólo las 09.50 horas de la mañana.
El primer baño de Laura.
Continuamos poco después la marcha encontrando algunas pozas de aguas cristalinas. Unos van andando ya por el agua, mientras que otros intentamos sortearla saltando a derecha e izquierda del cauce para no mojarnos aún. A pocos metros del Pozo Batán, a la derecha, hemos dejado una vereda que atraviesa la Sierra de Enmedio para dirigirse a la Presa del Río Chíllar, en un largo y bonito recorrido.
En algunas zonas, el agua corre brava entre las rocas, tapizadas de carbonato cálcico.
El bullicioso discurrir del agua.
Algunos pinos caídos sobre el cauce embellecen el entorno aportando deliciosas sensaciones visuales que van impregnando constantemente nuestras retinas.
Belleza.
Al norte, podemos contemplar el Cerro Lucero (altitud 1775 ms). Y en su cumbre, observando con atención, se aprecia una pequeña mancha blanca que corresponde a una construcción de vigilancia de la Guardia Civil, de la época del maquis, actualmente en ruinas.
Cerro Lucero.
El Lucero es una de las montañas más emblemáticas de la Sierra Almijara. Llegando a Vélez desde Málaga, por la autovía, podemos apreciarlo al frente en forma de lejana pirámide. Sin embargo, por la parte sur la cumbre puntiaguda se transforma en una meseta. Es un pico al que subiremos de nuevo pronto porque un compañero ginecólogo del hospital, José Manuel Delgado, quiere hacerlo por primera vez.
Al noreste se alza la majestuosa cumbre del Cerro Cisne (altitud 1.481 ms). Es conocido también en la zona como "las Hermanitas" porque la cumbre está formada por dos picos en forma de "M".
En la parte más alta, el Grupo "Manganillo" de Vélez-Málaga colocó un buzón de montaña hace ya muchos años.
Cerro Cisne.
Pasamos por un pintoresco cahorro cuya belleza llena los rostros de sorpresa. Ya no tenemos más remedio que andar por el agua, lo cual no nos disgusta en absoluto.
Cahorro.
A las 12.00 horas nos encontramos en el cruce con el Barranco del Mármol (altitud 538 ms) que desciende a nuestra izquierda. El Cerro Pichirri (altitud 884 ms) se interpone entre dicho barranco y los cahorros a los que queremos llegar. Seguimos el cauce del río dirigiéndonos a nuestra meta. Los más jóvenes han desaparecido ya de nuestra vista. Mientras que los más viej... "veteranos"... nos reagrupamos porque a partir de aquí es necesario trabajar en equipo.
Los "veteranos".
Encontramos pozas que constituyen auténticos jacuzzis.
Jacuzzi natural.
Entramos en una zona paradisíaca que no tiene nada que envidiarle, en cuanto a paisaje, al norte de la península, a pesar de encontrarnos en la Andalucía más "seca". Se trata de una serie de seis cascadas consecutivas, muy cercanas unas de otras, que se encuentran a una altitud de 600 ms sobre el nivel del mar.
A las 12.20 horas llegamos a la Primera Cascada. En el ánimo del grupo va creciendo una sensación de "aventura" tras el recorrido más o menos llano que hemos hecho hasta aquí.
Primera Cascada.
Tras ella, en menos de un minuto nos encontramos un gran torrente de agua que se abre en forma de cola de caballo. Es la Segunda Cascada.
Segunda Cascada.
En la Segunda Cascada.
El asombro y la ilusión continúan creciendo al llegar a un estrecho cahorro cuyo paso está bloqueado por una enorme roca que dispone de una cuerda con nudos para escalarla. El agua cae por la parte derecha. Se trata de la Tercera Cascada.
Tercera Cascada.
Uno tras otro, vamos escalando la mole rocosa con algún que otro resbalón sin consecuencias importantes, aunque llevamos los codos y las piernas llenas de moratones y heridas.
Con la siguiente fotografía quiero rendir homenaje a un compañero con una gran capacitación en escalada y con un espíritu de solidaridad y de compañerismo que sólo traduce un gran corazón. Su inestimable ayuda a todos y a cada uno de los miembros del grupo, está haciendo posible que la ruta sea mucho más fácil de lo que en realidad es. Y hablo de Juanlu. Lo siento, tío..., pero es lo que pensamos todos y quiero que lo sepas...
Juanlu en la Tercera Cascada.
Los "cachorros" del grupo han vuelto al redil. Se ve que han notado en sus carnes que la cosa se va complicando y buscan la protección de los viej... ¡otra vez!... de los "veteranos"...
Al girar a la derecha, una vez escalada la roca, observamos una cascada en forma de espiral, preciosa: la Cuarta Cascada. Dispone de otra cuerda porque es imposible escalarla de frente debido a la gran fuerza del agua. Son las 12.45 horas.
Antonio en la Cuarta Cascada.
Juanlu y Sandra en la Cuarta Cascada.
Escalando la Cuarta Cascada.
Continúan apareciendo ante nuestros ojos pequeñas marmitas convertidas en bulliciosos jacuzzis, para regocijo de los más pequeños.
Laura y Desi en su jacuzzi.
A las 13.00 horas llegamos a la Quinta Cascada. Es un poco más complicada de ascender porque la roca resbala mucho. Hay que atravesar una poza de agua y subir por un estrecho canal con el agua empujando nuestras piernas hacia atrás. Pepe, el Jefe, no duda en meterse en la poza, sin apenas pensárselo. Va disfrutando porque no esperaba tanta agua en esta parte del río.
En la poza de la Quinta Cascada.
Poza de la Quinta Cascada.
Eduardo y Juanlu no paran de bromear y de empujarse, intentando arrojarse el uno al otro al agua.
Pocos minutos después llegamos a la parte final de nuestra ruta: la Sexta Cascada. Se trata de un rincón con un salto de agua que cae con gran fuerza desde unos 4 metros de altura y que ha excavado una poza de unos 2 metros de profundidad con un fuerte rebufo.
Alejandro en la Sexta Cascada.
Antonio en la Sexta Cascada.
Detrás de la cascada hay un abrigo sin salida. Para llegar a él hay que atravesar la poza nadando. Desde el abrigo se puede saltar a la poza sin dificultad.
En la siguiente foto, la cámara ha conseguido congelar la imagen del salto de Eduardo al agua. Parece que va andando sobre ella aunque no hay cosa más lejos de la realidad.
Eduardo saltando a la poza desde el abrigo.
En la poza de la Sexta Cascada.
Todos estamos entusiasmados ante las maravillas naturales por las que hemos pasado. Alejandro nos dice que tiene hambre y el gusanillo comienza a hacer ruído en nuestros estómagos, por lo que decidimos regresar a una zona soleada, fuera del área de las cascadas, para comer allí.
Bea sufre un percance durante el regreso, en una de las cascadas, con el resultado de un esguince del ligamento lateral de una rodilla. No puede dar un paso debido al fuerte dolor y Juanlu se la carga a cuestas: ¡46 kg a las espaldas!
El sherpa de Bea.
Encontramos una poza amplia con espacio alrededor para sentarnos y almorzar. Almuerzo compartido con las avispas que con todo descaro se posan en nuestros bocadillos, pudiendo observar cómo cortan pequeños fragmentos de queso o de jamón con sus fuertes mandíbulas en unos segundos. Nunca hemos sido más cuidadosos que hoy al comer puesto que el tragar un bocado con una avispa podría suponer una grave situación que podría llegar a ser fatal si nos picara en la garganta con su aguijón.
El bocadillo que comparto con las avispas.
Corto algunas ramas de adelfas que reparto entre algunas compañeras que no dejan de correr y de manotear, llenas de pánico, perseguidas por las avispas. El resto del grupo reímos sin parar.
Al fin, después de todas estas aventuras y desventuras, nos encontramos de nuevo en el Pozo Batán. Algunos de nosotros, los más jóvenes, y, otros, los más traviesos como Eduardo, se suben a lo alto del muro del antiguo molino y se tiran al agua, una y otra vez. La alberca tiene una profundidad de alrededor de 6 ms. El agua está fresca y clara.
En el Pozo Batán.
El salto de Eduardo desde unos 4 ms de altura.
El salto de Jose, el benjamín del grupo.
El regreso desde el Pozo Batán lo hacemos por la acequia, pasando por túneles formados por cañaveras e higueras.
Por la acequia del Río Higuerón.
La ruta seguida por el Río Higuerón.
Track de la ruta por el Río Higuerón.
Perfil de la ruta:
-Distancia total recorrida: 22.300 metros.
-Desnivel acumulado: 350 metros.
-Tiempo total: 8 horas y 30 minutos.
(El tiempo es muy relativo al depender del número de miembros del grupo, el ritmo de la marcha y las paradas que se hagan para descansar, comer, hacer fotografías o contemplar el paisaje).
-Dificultad: baja (sólo es necesario extremar las precauciones en la zona de las cascadas).
Un consejo final: llevar calzado que se pueda mojar y que tenga suela dura (botas de trekking, sandalias técnicas para agua, deportivos...).
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1 comentario:
Yo tb te kiero Doc....
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