Comentarios: Antonio Arana.Un grupo de profesores del Instituto Miraya del Mar, de Torre del Mar, y unos cuantos integrantes del Grupo Andax, hemos iniciado una ruta de ascenso a la Maroma, de noche y con la luna insinuando el creciente. ¿Por qué no hacerla con luna llena?. Pues porque es fin de curso, dentro de unos días llegan las vacaciones y cada uno se marchará a un lugar diferente y porque la próxima luna llena será el 7 de julio, dentro de 10 días.A las 12 de la noche nos encontramos en la Cafetería Jordi, la cual recomiendo por su calidad y trato profesional y humano. Tras tomar un cafelito estimulante nos acoplamos en varios coches e iniciamos la marcha hacia Alcaucín.A la 1 de la madrugada estamos ya en el Alcázar. La temperatura es bastante agradable. Ante la total ausencia de luz optamos por subir a la Loma de las Víboras por la pista forestal y no por el cortafuegos, más complicado. Pero al poco de comenzar el ascenso nos damos cuenta de que el reflejo del cielo completamente estrellado es suficiente para andar sin la ayuda del frontal, salvo en alguna contada ocasión. Las constelaciones, los planetas Júpiter, Saturno y Venus, y alguna que otra estrella fugaz, hacen que nos detengamos de vez en cuando y levantemos la mirada al cielo. Hay compañeros que nunca han hecho una ruta nocturna y, otros, sólo la han realizado con luna llena. Hoy, el descubrimiento de la noche es nuevo para muchos de nosotros.
En el pluviómetro que hay al inicio de la Loma de las Víboras nos detenemos a recuperar algo de fuerzas con algunos frutos secos, algún que otro bocata y agua. Poco después iniciamos el zigzagueante ascenso por la vereda hasta llegar a la Fuente del Espino.
Decidimos continuar la ruta bordeando el Cerro Mojón por su parte norte y no por el arroyo situado entre este cerro y la Peña del Águila, más pendiente y difícil.
Tras algún pequeño y fugaz despiste, corregido de forma inmediata, nos encontramos en la cumbre de la Maroma a las 6 de la madrugada. El sudor se seca, la vigilia y el cansancio pasan factura y debemos protegernos de la fresca y rasante brisa tumbándonos en uno de los vivac de la cumbre protegidos, además, con ropa de abrigo.
Vivac en la cumbre.
Una petaca de ron comienza a pasar de mano en mano para entrar en calor. No da tiempo a dormir porque un halo anaranjado aparece rápida y progresivamente por la parte granadina, hacia el este. Amanece y es hora de hacer unas cuantas fotografías junto al monolito (algunos compañeros ascienden hasta el mismo vértice geodésico).
Amanecer en la Maroma.Vértice geodésico de la Maroma.
Dejamos la tarjeta del grupo, firmada por todos los componentes, en el mal conservado buzón de montaña. Es lástima que un buzón tan bonito como éste, colocado por el Grupo Montañero de la Axarquía hace ya unos cuantos años, se encuentre en tan lamentable estado.
Tarjeta del grupo.
Algunos nos asomamos a la sima de la parte sur y, a continuación, emprendemos el regreso por el arroyo directamente hacia la Fuente del Espino.
Desentumeciendo el cuerpo en la cumbre antes del regreso.
Ya con los primeros rayos de sol, el paisaje se abre ante nuestros ojos. Al frente, a la izquierda, la Peña del Águila; y, a la derecha, el Cerro Mojón. A lo lejos, podemos contemplar la Umbría, Cerro Marchamonas, la Torca, el Chamizo, la Sierra de Loja...
Peña del Águila.Cerro Mojón.
La salvia, el tomillo, la sahareña, la cuchara de pastor... hacen que el descenso sea una delicia para la vista y el olfato.Salvia. Salvia officinalis.
Tomillo. Thymus longiflorus.
Sahareña. Sideritis arborescens.
Cuchara de pastor. Leuzea conifera.
Arroyo entre el Cerro Mojón y la Peña del Águila.
Pasamos entre las dos moles rocosas de los Castillones en pronunciada bajada. El descenso por la pista forestal se hace muy pesado. Tal vez por el cansancio acumulado.
Los Castillones.
Llegamos a los coches cansados pero con la grata sensación de haber hecho una gran ruta como es el ascenso a la Maroma, con una buena compenetración y espíritu de equipo en todos los componentes del grupo.
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