viernes, 11 de septiembre de 2009

Valle de Ordesa. 21 de agosto de 2009.

Comentarios: Antonio Arana.

Huyendo de los 38ºC de temperatura de Vélez-Málaga, llegamos al Pirineo oscense con 39ºC. Nada de ver nieve en las altas cumbres, ni utilizar aunque sólo fuese una camiseta técnica de mangas largas o un simple chubasquero... ¡Calor, calor y más calor...!

Pero estamos en el Pirineo, a 1.000 km de nuestro lugar de residencia, rodeados al norte de altas montañas de más de 3.000 ms de altitud; al oeste, por castillos como el de Loarre que visitamos previamente y por monasterios como el de San Juan de la Peña, verdadera joya del Románico; y al este, por grandes extensiones de viñedos en la tierra de Somontano. Y ¡cómo no!, las Bodegas Pirineo también recibieron nuestra visita.

El Valle de Ordesa es una de las zonas más visitadas al poseer un paisaje grandioso, rodeado de montañas colosales, surcado por el Río Arazas y con un doble final, dependiendo de lo que se desee: llegar a la Cascada de la Cola de Caballo, o continuar hacia el Refugio de Goritz y, desde allí, ascender a Monte Perdido, Marboré, Soum de Ramond...

La ruta se inicia en Torla, un bello pueblecito de montaña en el que hay organizado un sistema de transporte en autocares que nos lleva a la Pradera de Ordesa, en pleno valle.

Torla.


Pico Gallinero.

En muy poco tiempo nos encontramos atravesando un hayedo precioso, deteniéndonos para observar la Cascada de Arripas, a nuestra derecha.

Cascada de Arripas, desde el mirador.

En el mirador de la Cascada de Arripas.

Encontramos un farallón rocoso donde la humedad permite el crecimiento de plantas carnívoras, o mejor dicho, insectívoras como la "grasilla".

Grasilla. Pingüícula longifolia.

Nos detenemos para contemplar la maravillosa y vertiginosa Cascada de la Cueva, con una caída de unas cuantas decenas de metros. Es magnífica.

Cascada de la Cueva.

Continuamos un buen tramo a la sombra de las hayas. Salimos del bosque y la visión del paisaje se abre de una manera increíble, mientras nos dirigimos a las Gradas de Soaso.


Hayedo.

Hacia las Gradas de Soaso.

La flora de la zona se encuentra en todo su apogeo mostrando su belleza: cabezuela (Centaurea scabiosa), teucrio de los Pirineos (Teucrium pyrenaicum), serbal de cazadores (Sorbus aucuparia), la preciosa astrancia (Astrantia major), milenrama (Aquilea millefolium) y otras muchas joyas botánicas. Vamos deseando encontrar el edelwais o flor de las nieves (leontopodium alpinum) aunque a la altitud a la cual llegaremos es muy difícil su crecimiento, pues nuestra meta será la Cascada de la Cola de Caballo.


Cabezuela. Centaurea scabiosa.


Milenrama (Achillea millefolium).


Clavel de monte (Dianthus hyssopifolius).


Cardo blanco (Eryngium bourgatii).


Erodium glandulosum.


Gradas de Soaso.

Las Gradas de Soaso consisten en un sistema de cascadas en escalones formando pozas en cada uno de ellos. El agua es de color verde claro, completamente transparente.

Gradas de Soaso.

Gradas de Soaso.

Gradas de Soaso.

Y, por fin llegamos a la zona más bonita del valle: el Circo de Soaso, con las moles de Monte Perdido y el Soum de Ramond, al fondo.



Llegando al Circo de Soaso.

Circo de Soaso.

Un rebaño de vacas con sus terneros nos cortan el paso echadas sobre la perfecta vereda de piedra que seguimos. Las bromas son continuas entre Javier y Jose Antonio que pretende que aquél se coloque entre las vacas y a él no le hacen mucha gracia algunas cornamentas. Maricarmen se encuentra a 200 km, por lo menos, porque le dan miedo. Y yo me estoy partiendo de risa por la situación.

Rebaño de vacas en el Circo de Soaso.

Enorme monstruo de colosal cornamenta mirando a Javier en actitud desafiante.

Llegamos, sin muchas cornadas, a la Cascada de la Cola de Caballo. Enorme, con agua que cae en finos hilos desde las alturas. Es más grande de lo que puede parecer al acercarnos.

Cascada de la Cola de Caballo.


Cascada de la Cola de Caballo.


Cascada de la Cola de Caballo.

En los alrededores de la cascada vemos otro tipo de planta insectívora: la misma grasilla pero la variedad grandiflora, de hojas más cortas.

Cascada de la Cola de Caballo.

Cascada de la Cola de Caballo.


Cascada de la Cola de Caballo.

Grasilla. Pingüicula grandiflora.

Las hojas de la grasilla tienen dos tipos de glándulas: unas que producen un moco muy viscoso que hace que se peguen los insectos al contactar con él; y otras, que producen una serie de sustancias capaces de digerir al insecto. Las hojas se pliegan sobre sí mismas para que el contacto sea mayor. Por eso se aprecian en ellas abundantes insectos muertos. Hemos llegado a ver hasta mariposas sin poder liberarse de esa prisión letal.

Acónito amarillo. Aconitum anthora.


Talictro. Thalictrum aquilegifolium.

De regreso, nos recreamos en la Pradera de Ordesa. Jose Antonio llama nuestra atención sobre los grandes ejemplares de boj (Buxus sempervirens) de la zona. Y, verdaderamente, merece la pena detenerse y contemplarlos.


Pradera de Ordesa. Contemplando ejemplares de boj.


Pico Gallinero, desde la Pradera de Ordesa.

Finalizando la ruta junto a una imagen de la Virgen del Pilar.


Menta. Mentha longifolia.

Torla.

Una vez en Torla, nos sentamos en una terraza a tomar un refresco y compramos unas cuantas camisetas, pins y fotografías de todo el macizo pirenaico.

No hemos podido encontrar edelwais, pero en Torla me llamó la atención una composición fotográfica en un gran cartel en la que se plasman dos épocas y dos estilos del montañismo en este maravilloso parque natural.


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